miércoles, 28 de marzo de 2007

Verborrea Espiritual

VERBORREA ESPIRITUAL

Oswaldo Pérez

Érase que se era una mirada vacía, el señor pavimento era castigado por unos pies furtivos, una dama salió a su encuentro, se llamaba noche e iba a ser su única compañera fiel. Fustigando a su hija memoria como quien hiere con los recuerdos. Siguió caminando automatizado, alimentándose de aire y cigarrillos. Le hablo su mente drogada, pero no pudo comprender lo que le decía. Una estrella se cruzó y le indicó el camino, no podía ver nada a su alrededor, sólo oscuridades creadas por su fiel compañera. ¿Y su vida? ¿En donde se había escondido? ¿Por qué se sentía como una marioneta manipulada por manos invisibles? Parecíase que cada vez su cuerpo le respondía menos, no obstante creyera flotar sobre nubes de alquitrán. Una carretera de nubes lo confundió todo. Neón pastel. Después fue bañado por una lágrima. ¿Y qué hago yo sentado sobre mis pies andantes, cuando un frío punzocortante me perfora los huesos?
Hey amigo, piensa sólo cuando se te indique, deja de tararear tus penas, escucha la verborrea espiritual: pssssssssssssssssssssssssssssssss
Chasquidos infinitos. Sentía la clandestinidad a cien. No era así. Todo estaba maquinal y maquiavélicamente planeado. Terminales nerviosas inconexas. Su mente drogada le estaba abandonando. Quiso pensar por última vez, pero nadie se lo había indicado. Cuadros desfilando. La meditación voluntaria habría de cesar. El señor pavimento ya no estaba más. Se había fugado con una morena de asfalto. Su fiel compañera le provocaba dudas. Haría sus maletas y lo engañaría con otro. Noche puta. La ruta se le antojaba interminable. La visión acuosa, kaleidoscópica se negaba a obedecer. Su consciencia bastarda le susurró, pero de nuevo no comprendió, nadie le autorizó hacerlo, un reproche distorsionado: wauaouewauouiwauoauwaaeauaowuwowowaeuiowaoiuewaoiuewauio. La sensación de su piel, le costaba esfuerzo distinguirla, miles de arañas caminando sobre ella, haciendo surcos, arando y depilando. Ratas hacían lo propio con los dedos de sus pies. Un muñeco de trapo siendo devorado. Quiso desesperarse, pero se le olvidó como hacerlo. La libertad era succionada, contorsión del libre albedrío. ¿Predestinado? A lo mejor. ¿Desesperanzado? Probablemente. Duda, destino, un callejón sin salida. Hey amigo, ¿Estás sintiendo? Nadie te dio permiso que lo hicieras. Todo se escapaba. ¿Qué es lo negro? Balbuceo mental, incoherencia sensorial, desprendimiento espiritual. Flashazo de lucidez, dolor profundo, calor insoportable, hervor. Estaba muerto. Hay amigo, bienvenido y gracias. Estas Muerto.
OSWALDO PÉREZ CABRERA

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