sábado, 31 de marzo de 2007

Supersónico

Supersónico

Como aquel día que abordé el jet supersónico 623 hacia los espirales de polvo de estrella astillada y acabé en una cobacha café madera de la gruesa con hongos por doquier, lo bueno es que había cerveza que salía del moho de las paredes descoloridas que pintaban vírgenes con herrumbre.
Yo era vigilado por seres alados que lo único cierto que tenían, era su condición de voladores etéreos; las alas estaban hechas de plumas ectoplásmicas y su figura era casi indescifrable debido a la fugacidad propia de los seres fantásticos y supernaturales. El problema era que para mis ojos sus partículas subatómicas se movían demasiado rápido y en largas distancias por lo que pueden aparecer y desaparecer a placer y en espectros difuminados. Ondas hertzianas de dimensiones continentales también se colaban entre los poros de los muros húmedos y deslavados; surrealismo en las paredes creadas por el azar y el tiempo.
El aliciente era sentir romper el aire, literalmente colarse entre los poros aéreos, entre esos pliegues que existen entre la molécula H y la molécula O y echarle un vistazo a la dimensión que funciona paralelamente detrás, resguardada de todas las contaminaciones de los mundos materiales.
Yo quería escalar por las grietas negras del universo agarrado firmemente de algún equipo de suave constitución, casi imperceptible a las básculas y que me sirviera de bastón-radar por los laberintos invisibles de los macroespacios.
Pero algo salió mal y me mandó a mudar a esta cumbacha de tonos esquizos en donde animales que producen fobias se convierten en mi alimento principal; en este micro ecosistema en el que parece ser que estoy en la cima de la cadena alimenticia a no ser que a los seres quasi-espirituales se les ocurra demostrar su condición de cambiadores del destino y me aplasten como yo aplasto a las cucarachas y me botaneen como yo lo hago con los insectos de aquí o me utilicen para saciar su sed de sangre como yo lo hago con las ratas.
Las manchas religiosas a veces se tridimensionalizan burlándose de mis ojos y engañando a mis creencias que distan mucho de ser normales.
El peor castigo para un alma es el estar encerrada en un cuerpo decrepito y poder vislumbrar los alcances desencarnados que se suceden del otro lado del aire, sin embargo, a la mía le bastaría con andar por tus calles y callejones citadinas.

OSWALDO PÉREZ CABRERA

ALMAS VAGABUNDAS

ALMAS VAGABUNDAS

Tal vez porque extrañaba caminar por los callejones no iluminados, tal vez porque los charcos apenas reflejaban un crepúsculo en medios tonos. Pero más bien era porque estaba buscando el mundo de las velas; aquel en donde se forma una procesión casi infinita de vidas perecederas esperando por el soplo eterno. Al final todo es porque soy un vagabundo imperial, tengo el alma rota y busco la redención en algún resquicio de la ciudad sudada. También es porque extraño tu aliento y las veces que respirabas el mismo aire que salía de mis pulmones y yo olfateaba los rastros de alcohol y tabaco que salían de tu interior. Simplemente porque soy un cazador de almas que se inmiscuye como un espectador dentro de los teatros particulares. ¿Hasta dónde puedo diferenciar cuando soy partícipe o sólo un testigo de los filmes de la vida? En algún rincón encuentro la forma de volverme ubicuo y puedo acariciar esta ciudad garabateada con tecnología y vestida en cuero negro con adornos color graffitti. Entonces todas las historias parecen converger dentro de mi psique y me siento como un semi dios que se distrae con cuentos prestados para poder disfrazar las carencias de su reinado. Entonces justifico a mi dios. Dentro del ghetto puedo ver las paredes manchadas de auras chiclosas, la velocidad de la mente se reduce por debajo de los límites permitidos y yo aprovecho para soplar algunas velas para ver los resultados de las acciones prepotentes dignas de los seres poderosos. Al sentir la tenue fragilidad de los hilos de la vida me espanto y retrocedo hacia un paraje más inofensivo. No sé por qué siempre me gustó la comida de los hospitales, tal vez porque allí podía ver algunas almas convalecientes tratando de decidir si cruzar la alambrada o seguir en alguna represión corporal, entonces yo puedo tragármelas y absorber sus historias como humo de cigarro. Mejor dicho inhalo el eco del humo sobrante cuando sus velas son extinguidas, ese último resquicio que me permite repasar las letras tatuadas en los pliegues del tiempo; entonces vuelo a velocidades extravagantes para aspirar los santos humos.
En las cavernas del mundo habitan seres que nos otean desde azoteas invisibles como esperando el momento de la catarsis, yo los he visto mientras me escurro por los pasadizos color sepia que se entreabren silenciosamente entre las partículas más livianas. Tienen un color enfermo que no corresponde a ninguno de los de aquí. Generalmente me escabullo a través de la dimensión de los espejos y ya de este lado el espejo del baño no se muestra tan cruel. Observo los cráteres de mi rostro apagado, como un mapa lunar lleno de árboles negros sin vegetación, como si fueran púas épicas levantándose para proteger el territorio de adentro, el que está más allá de la carne en el último resquicio de la privacidad. Pero, por lo pronto puedo pasar una temporada de 18 horas entre la normalidad de las caretas y tratar de plasmarlo en las letras de la historia.

OSWALDO PEREZ CABRERA.

La Cloaca

LA CLOACA


CAPÍTULO I

Aquella noche de mi llegada, el pueblo parecía muy tranquilo, como una postal de Buñuel. Era verano y hacía mucho calor, miré a través de la ventana y vi la calle desierta, la soledad, el bochorno y yo. Decidí tomar un baño y salir a caminar.
El pueblo era pintoresco, con calles rectas y bien trazadas, pero angostas y terregosas. La mayoría de las casas eran pequeñas, de un piso, algunas con herrumbre y descoloridas; salvo la del presidente municipal y las de uno que otro comerciante que había hecho fortuna en la región, la mayoría de ellos narcotraficantes que aprovecharon lo recóndito del pueblo para vivir su retiro tranquilamente. De uno de ellos era la posada en la que me alojé, un edificio con escasos cuatro pisos y veinte habitaciones bastante modestas. Mi cuarto tenía una cama individual, una cómoda con un espejo de medio cuerpo y un baño. El tamaño claustrofóbico hacía más insoportable el calor.

Había llegado esa mañana por una brecha de tierra y lodo de unos 50 kilómetros de largo. Me entrevisté con el presidente municipal en su casa ubicada al sur del pueblo y delimitándolo con una zona a la que llaman “La cloaca”; un lugar pantanoso, enmarañado y nebuloso que contrastaba con la sensación de aridez que daba el poblado, un capricho de la naturaleza tal vez. Muchas leyendas se levantaron en torno a la Cloaca: Unos decían que era habitada por una secta diabólica, otros decían que era morada de brujas y los más supersticiosos afirmaban que era el mismo diablo el que vivía dentro...

El lugar ciertamente me provocó escalofríos y una especie de ansiedad, pero mi intención era la de hacerla desaparecer para realizar diversas obras que sirvieran para modernizar aquel pueblo, en donde parecía que el tiempo había detenido su marcha en épocas de Lázaro Cárdenas. Un hospital, una escuela y hasta un balneario eran algunas de las ideas que surcaban por mi cabeza, al fin y al cabo iba recomendado por el gobernador y no me esperaba encontrar con ningún problema.

El presidente municipal se llamaba Anastasio González, era alto, robusto, de rostro solemne y mirada fija, como perdida en el vacío, su voz de mando era franca y dura. Mandó pedir unas cervezas a uno de los peones y ordenó que no se nos molestara, los peones le tenían mucho respeto, un respeto que parecía pavor. Yo encendí un cigarrillo y mientras contemplaba la sala que parecía de la época de Porfirio Díaz, le expuse mis planes dándole varias opciones en busca de un consejo, me puse de pie mientras hablaba y examiné los cuadros de sus antepasados, todos con aquella sombra que parecía cubrirlos y que el mismo Anastasio también poseía. Él me escuchaba con la vista fija en la cerveza sin hacer ningún gesto o ademán que asintiera o reprobara mis palabras, traté de buscar información con frases como: “¿Qué le parece?” pero sólo hacía una mueca de indiferencia como si estuviese loco, frunciendo el bigote en donde se asomaban algunas canas. Apagué el tercer cigarro y concluí con las ventajas que tendría el pueblo con las obras y la desaparición de la Cloaca y con ella los cuentos de superchería, animales, demonios y brujería y esto aunado a una carretera que por fin comunicara al pueblo con la civilización. Se hizo el silencio, yo esperaba impaciente una respuesta, suspiró hondo mientras yo jugaba con la botella de cerveza y me dijo con una voz parsimoniosa y serena:
- Sus planes son muy difíciles de realizar y si me apura imposibles, en primera, ningún peón se adentraría en la Cloaca, y si yo fuera usted tampoco lo haría, me olvidaría de este pueblo y regresaría a la ciudad o me quedaría a vivir de acuerdo a nuestras costumbres. En segunda, todo el progreso del que usted me habla no lo necesitamos, los habitantes del pueblo son felices así con sus supersticiones y leyendas, que a final de cuentas son más sanas que su mundo de mierda y además ¿Quién le ha dicho a usted que son supersticiones? En tercera, desaparecer la Cloaca implica muchísimo dinero, trabajo y tiempo que no estamos dispuestos a gastar. Ustedes lo creen todo muy sencillo, pero es preferible dejarnos así como estamos. Todo tiene una razón de ser y si esta maldición cayó sobre nuestra comunidad es porque así debe de ser, además aquí todos somos muy huevones, así que si se quiere quedar como turista es bienvenido, pero si no, es preferible que regrese a su tierra y se olvide de nosotros.- concluyó dejando interrogantes y un dejo de apuro porque me marchara. Don Anastasio rechazó también todos las propuestas monetarias del gobierno federal y del estado.
Lo amenacé diciéndole que me quejaría con mis superiores cosa que le causó hilaridad. De todas maneras, nunca supe a ciencia cierta quien me había mandado a este lugar, todo fue tan extraño, incluso pensé que me querían alejar de mi trabajo como ingeniero de ciudad.

CAPÍTULO II


Estuve repasando las palabras de mi anterior interlocutor mientras me vestía, me pareció un mal augurio encontrarme con un obstáculo el primer día, un obstáculo que parecía insalvable ya que parecía muy difícil persuadir a la máxima autoridad del pueblo. Además, todos daban la impresión de tenerle miedo a la mentada zona esa.
Chequé mi reloj y marcaba las 9:35. Unos pantalones de mezclilla y una camisa y salí dispuesto a ponerme una borrachera que me relajara y despejara mi cabeza. Bajé las escaleras y me encontré con el recepcionista cuyo nombre era Pancho y además de recepcionista era el milusos de la posada.
-¿Va a salir?- me preguntó extrañado.
-Sí-le contesté- voy a tomar un poco de aire fresco porque este calor está de la chingada mano.
- Aquí nadie sale a esta hora patrón, mejor abrimos un tequila y unas cervecitas y pisteamos un rato antes de que se vaya a dormir, afuera no va a encontrar nada bueno.
Le sonreí haciéndole un ademán de que regresaría después de dar una vuelta. Salí y en efecto las calles estaban vacías, sólo un perro cojo daba la vuelta en la esquina, el cielo estaba despejado, se podían contar miles de estrellas allá arriba y la luna brillaba llena y plateada a un costado de la noche. Caminé cuatro cuadras con la única compañía de un cigarro. De pronto, divisé una silueta al otro lado de la calle, pero al cruzar había desaparecido –pinche costumbre de voltear antes de cruzar-pensé y seguí caminando. Dos cuadras más adelante al doblar una esquina me topé de frente con una mujer, casi la arrollo por lo que me disculpé después de darle las buenas noches.
-Me podría decir en donde está la plaza o algún bar abierto a estas horas, vera, no soy de aquí y quisiera tomarme una copa.
La mujer llevaba un vestido negro y largo; un velo tapaba su cara, se rió y se descubrió la cara mostrando una belleza que combinaba con la oscuridad de la noche, tenía unos ojos negros, profundos y una mirada penetrante que me provocó un escalofrío; sus ojos parecían no tener fondo, tenía unas facciones muy finas incluyendo sus labios delgados como su cuerpo al que parecía que un ventarrón podría quebrar y el cual poseía unas formas bien definidas. Pensé que tal vez estaría guardando luto por algún familiar o amigo.
Me sonrió haciéndome un ademán para que la siguiera, me tomó del brazo y comenzamos a caminar, yo estaba un poco aturdido por la rara personalidad de la mujer que caminaba a mi lado en silencio.
-Es raro encontrar a alguien a estas horas y más raro encontrar algo abierto-dijo después de un par de minutos con una voz grave pero agradable-pero yo conozco un lugar.
-Ya me lo habían dicho. ¿Cómo te llamas? Pregunté un poco nervioso.
-Mabel-respondió simplemente.
-¿Eres de aquí?-mi curiosidad iba en aumento pero ella sólo me sonrió y no obtuve respuesta alguna por lo que no me atreví a hacer otra pregunta.
Pasamos frente a la casa de Anastacio González y alcancé a ver la bruma característica de la Cloaca. Mi nerviosismo se hizo mayor, me daban escalofríos y una ansiedad acompañada con un vacío en el estómago. Ya había sentido esa sensación anteriormente y no me gustaba para nada. A la orilla de la Cloaca llegamos a una pequeña casa que hacía las veces de bar con letras rojas que decía “El Zumbidero”. Entramos. Sólo había diez mesas de madera con sillas plegables, había una rocola y una pareja bailando a ritmo semi lento. También había dos mujeres recargadas en una de las paredes que parecían prostitutas; nos sentamos en la barra y pidió lo de siempre al cantinero; un tipo sucio con la mirada desorbitada como si estuviese desconectado de este mundo. Después nos sentamos en una mesa del centro de la cantina rural y nos trajeron una bebida de color rosado oscuro. Al principio el trago me supo bastante raro, pero no le di mucha importancia y seguimos bebiendo.

Ella me miraba y me sentía como hipnotizado, me dejó que hablara casi todo el tiempo. Lo único que recuerdo que me dijo es que le gustaba dar paseos nocturnos, que nunca había salido de ese pueblo por lo que le platiqué todas las maravillas del mundo, tanto tecnológicas como naturales; me dejé llevar por el entusiasmo como si le explicara a un niño todo lo que hay fuera del lecho materno. Seguí tomando aquella bebida y empecé a sentirme mareado, todo comenzó a darme vueltas, las caras de las prostitutas se alargaban y se agrandaban, reían a carcajadas. Me levanté y me recargué en la barra, me sentía drogado con las piernas sin fuerzas, le pedí a la figura oscilante del mesero un vaso con agua mientras me secaba el sudor y me desabrochaba la camisa. Me empiné el vaso y respiré hondo y pausado para calmarme. Mabel se colocó junto a mí, me tomó del hombro mirándome durante unos segundos hasta que rompió el zumbido que me provocaba el silencio preguntándome ¿Estás bien? Yo asentí con la cabeza, me tomó del brazo y me llevó por unas escaleras angostas rodeadas por herrumbre en las paredes húmedas hasta llegar a una recámara que parecía antigua, las paredes parecían estar cubiertas de algún tipo de tapiz rojo que le daba una sensación de oscuridad sólo alumbrada por algunas velas. Todo lo que pasaba a mi alrededor me daba la sensación de ya haberlo vivido, mi cuerpo se relajó sintiéndose ligero y sin fuerzas, me recosté en la cama y Mabel se sentó al lado mío fijándome esa mirada, en las esquinas de la cama había unos postes que soportaban una especie de carpa de terciopelo rojo que colgaba sobre mí. No sé cuanto tiempo habrá pasado, pudo haber sido un parpadeo o una eternidad, tal vez solo unos minutos que tardé en recobrar el aliento. Me enderecé y la besé, de pronto mi malestar se convirtió en excitación, una descarga eléctrica me impulsó a desvestirla y despojarla de su críptico atavío negro, su cuerpo desnudo era perfecto, su blancura reflejada solo por rayos de la vela con intervalos húmedos, brillantes de sudor. Lamí su cuerpo por algunos minutos tratando de encontrar un sabor que se quedara impregnado en mi memoria para poder recordarla cuando estuviera lejos, después la penetré. Ella no decía nada, sólo miraba frágil y fríamente, no había señal de excitación en ella, pero accedía a mis caricias sin molestia. Su única reacción era su sudor que se me antojaba frío y las contracciones de su vagina al sentirme entrar y salir de ella. Terminé haciéndole el amor somos si fuera un animal en celo hasta que quedé dormido, más bien inconsciente.











CAPÍTULO III


Desperté, miré alrededor pero me fue imposible reconocer algo, solo traía puesto mi pantalón y no recordaba habérmelo puesto, traté de moverme pero mi cuerpo me ardía como si hubiera estado expuesto al sol por mucho tiempo. Además me dolía la cabeza y me zumbaban los oídos –debe ser la cruda- pensé y me recosté. Traté de recordar lo que había sucedido la noche anterior, pero el rostro de Mabel se me escapaba, no podía recordar ningún rostro como si se escondieran en alguna parte de mi cerebro. Estaba sumido en mi pensamiento tratando de desencadenar mis recuerdos cuando la puerta de abrió de golpe sorprendiéndome.

-¡Ah! Ya despertó. Muy bien así me deja limpiar el cuarto.
-¿En dónde estoy?-pregunté.
-En la casa del señor Anastasio González, lo encontraron tirado en la calle esta madrugada, si no es por uno de los peones...-decía al tiempo que salía de la habitación; era una señora gorda y mal encarada, tal vez alguna sirvienta.
Me levanté. Bajé unas escaleras de madera y reconocí la amplia sala, me dirigía hacia una puerta cuando me detuvo la voz del presidente municipal.
-¿No se queda a desayunar?
-No gracias, daré una vuelta por la cloaca-salí lo más rápidamente posible a pesar del tentador aroma proveniente de la cocina. No llevaba camisa.
-Allá no va a encontrar nada, no sea necio-fue lo último que alcancé a escuchar.

Llegué a la posada, saludé a Pancho al cual vi de reojo pero me pude percatar de su cara de asombro. Subí rápidamente a mi cuarto, me miré en el espejo, todavía me sentía mareado y sin fuerzas. Me metí en la ducha para tratar de refrescarme, me metí en la tina y sentí arder como pequeñas heridas en mí cuerpo y repentinamente brotó un hilillo de sangre de mi cuello, me quedé pensando mientras el agua se teñía de carmín. De pronto me entró la sensación de estar dentro de un baño de sangre, de mi propia sangre y salí súbitamente del baño.
Me puse mezclilla, unos tennis, una camisa y salí decidido a explorar la cloaca y tratar de descubrir el por qué de las leyendas, el miedo del pueblo, antes de que yo también terminara creyendo en todas esas supersticiones. Estaba seguro que solo se trataba de su aspecto macabro. Tomé mi mochila y salí a pesar de mis malos presentimientos que atribuía a una sugestión provocada por la extraña noche anterior.

Llegué a la cloaca dispuesto a realizar un estudio del suelo y comencé a internarme. Conforme avanzaba, la bruma se hacía más densa, el silencio ensordecedor y sentía la humedad en mis pies, después charcos. Hacía un frío cavernal que contrastaba con el calor que se sentía en el pueblo, debía de ser algún fenómeno climatológico bastante raro que provocaba esa variación tan abrupta. Todo estaba inmóvil y sin embargo se sentía una presencia entre los caducos árboles y el maloliente musgo. Sentía que alguien me estaba observando, de pronto el crujir de la madera de los árboles inertes sin el verde característico. Una brisa fría me estremeció y un olor a podrido que traía el ambiente me hizo querer volver. Saqué un tubo de ensayo. Comenzaba a tomar una muestra de un charco cuando sentí un golpe en la espalda que me tiró de frente al agua. Me incorporé rápidamente pero no vi a nadie; el crujir se hizo intenso y los árboles parecían cerrarse sobre mí extendiéndome sus ramas como si quisieran agarrarme, corrí con dirección hacia el pueblo y me dio la impresión de escuchar unas risas tras de mí, pero no tuve la cordura ni la valentía de volverme para averiguar.

Llegué al pueblo y me senté en una banca de la plaza principal. Había algunas personas pasando con ese aire de indiferencia. Pensé en lo ocurrido y decidí dejarlo todo y mandar a la chingada el proyecto porque ya estaba comenzando a afectar mi sanidad mental. De pronto, vi a Mabel tras el kiosco observándome, me incorporé rápidamente y me dirigí hacia ella, pero al acercarme, al distraer la mirada ella desapareció. Decidí regresar a la posada, el sol brillaba en lo alto y su luz me deslumbraba molestándome de sobremanera.
Pedí a Pancho una cerveza y mientras la bebía le pregunté por Mabel y en donde podría encontrarla. Me respondió que en el pueblo no había nadie con ese nombre. Tomé otro trago mientras se la describía, su rostro palideció y le pregunté:
-¿Qué le pasa don Pancho? Parece que vio un muerto.
-Usted es el que anduvo con un muerto anoche, le advertí que no saliera.
-¿De qué habla?
-Esa mujer, la que me describió, no es de este mundo, es de ultratumba. Se alimenta de sangre joven cada luna llena y cuentan que se roba jóvenes; usted tiene mucha suerte de estar vivo. Fue cuando aquella zona se empezó a podrir cuando apareció aquella “dama”, muchos hombres quisieron conquistarla, algunos nunca se volvieron a ver. ¡Desaparecieron! Y los que tuvieron suerte huyeron clamando piedad a Dios, sufrían dolores intensos y la expresión de terror jamás abandonó sus rostros. Muchos se suicidaron, y de los que huyeron jamás se volvió a saber nada de ellos, le cuanto esto porque un sobrino mío desapareció. Mientras la cloaca crecía, la alegría del pueblo se extinguía. Esa muchacha es un monstruo, una criatura de la noche, váyase del pueblo amigo, váyase ahora que aún es tiempo, después no habrá vuelta atrás. Decidí seguir su consejo, pero primero tenía que descansar. Tomé la decisión de salir al día siguiente y subí a dormir.

De pronto, me vi navegando sobre una canoa, Mabel parada en un extremo dirigía la nave, era un lago con aguas tranquilas pero lleno de neblina, en la orilla había unos entes o seres deformes bailando alrededor de una fogata enorme de la cual las llamas parecían estar enojadas, no podía ver con detalle las figuras danzantes, Era como una espacie de ritual satánico. Los seres eran contemplados por un ser majestuoso pero horrible de ojos desorbitados y vidriosos, grandes colmillos, sin cabello, su piel era de color grisáceo, estaba sentado en un trono enorme de piedra con figuras demoníacas esculpidas a los lados. Llevaba el torso desnudo mostrando una poderosa musculatura, mediría unos tres metros de alto, comía carne cruda al tiempo que se carcajeaba. Preguntaba a Mabel quien era ese monstruo mientras veía su capucha que envolvía su rostro en una sombra impenetrable. Preguntaba que es lo que pasaba cuando levantó sus brazos al cielo y lanzó un grito desgarrador, se descubrió la cabeza y me gruñó mostrando unos colmillos afilados y un rostro aterrador que se me acercaba peligrosamente.






CAPÍTULO IV

Desperté. Todo había sido un sueño. Una pesadilla de esas que entran en tu psique cuando este ha sido marcado por acontecimientos que bien podrían pertenecer al mundo onírico. Para un ingeniero como yo, era demasiado para mi lógica. Encendí la lámpara y noté gotas de sangre en mi almohada, me incorporé y no pude evitar notar que el espejo estaba quebrado. La luna resplandecía y la sombra del marco de la ventana se proyectaba contra la pared de la habitación en forma de una cruz invertida. Sentí que era demasiado tarde para irme.
Me di la vuelta y traté de conciliar el sueño, había dormido toda la tarde y mi intención era dormir toda la noche ya que me sentía drenado mentalmente y fatigado físicamente. Estaba empezando a quedarme dormido cuando sentí que alguien se sentaba sobre la cama, yo le daba la espalda pero sentí el peso del cuerpo sobre el colchón. Yo no me atreví a voltear, sentí que se me helaba la sangre y se me paralizaba el cuerpo. Entonces me pareció escuchar la voz de Mabel que me decía suavemente: “ahora estás conmigo, no tengas miedo, solo déjalo fluir”.
Poco a poco la sensación fue desapareciendo, me incorporé, encendí la lámpara y prendí un cigarro. Noté una vez más el espejo quebrado, pensé en que sería el espejo quebrado de mi imaginación. Estaba muy confundido, no alcanzaba a comprender que estaba ocurriendo, todo había pasado tan rápido, yo siempre había sido escéptico a lo sobrenatural, pero por más vueltas que le daba no encontraba una explicación lógica. Tal vez me estaba volviendo loco o el cantinero me había dado alguna droga muy fuerte y estaba alucinando.
Salí rumbo al zumbidero dispuesto a conseguir una respuesta o por lo menos una explicación. La luna llena aún resplandecía como dibujada en el tela negra del cielo. Pensé en las palabras de Pancho, pero debía dejar el nerviosismo atrás y averiguar que estaba pasando. Crucé el pueblo desierto, me detuve al pie de la Cloaca, respiré profundamente y seguí rumbo al “zumbidero”, pero al llegar no vi el letrero de luz roja. Al entrar no daba crédito a lo que estaba presenciando, el lugar estaba en ruinas, abandonado, lo único que alumbraba el interior era el reflejo de la luna que se colaba entre las ventanas rotas al igual que las mesas y sillas. Parecía que había estado abandonado por mucho tiempo. La idea de interrogar al cantinero bizarro se había ido al suelo.

Salí del local. Vi a Mabel que cruzaba frente a mí a unos metros de distancia, iba a llamarle cuando descubrí con horror que estaba flotando. “!Dios mío, no tiene pies! ¿Qué demonios es esto?”. Se detuvo y volteó hacia mí, la miré fijamente paralizado sobre la tierra, ahí estaba ella levitando, burlándose de la ley de gravedad, me hizo un ademán extraño y siguió su camino mientras se desvanecía.
Decidí ir a casa de Anastasio González, comencé a sudar copiosamente y el estómago me dolía como si lo estuvieran taladrando. Llegué con muchos trabajos a la reja que delimitaba la propiedad del presidente municipal. Los perros me bloqueaban la entrada, eran cinco doberman que ladraban y brincaban contra la reja tratando de reducirme a pedazos. Por fin salió un peón preguntándome que deseaba; le respondí con mucho trabajo que necesitaba ver al señor González urgentemente insistiendo hasta que guardó a los perros y me condujo hacia la sala de la mansión. Allí salió el señor González como diciendo “se lo dije”.
-¿Qué le pasa? Está usted muy pálido, se me hace que está enfermo, le dije que no entrara a la cloaca, a lo mejor pescó una enfermedad rara.
-Ayúdeme por favor, cuénteme de Mabel, la mujer de negro, hábleme del “zumbidero”, de la cloaca, ¿Qué es realmente? ¿Qué es lo que pasa realmente en este pueblo?
Me dejé caer sobre su cuerpo, las fuerzas me habían abandonado, me arrastró hacia un sillón, mandó pedir una cobija, avivó el fuego de la chimenea que yo creía innecesaria en este pueblo, nos sirvió una copa de brandy y comenzó a hablar.
-Todo comenzó algunos años atrás, este era un pueblo tranquilo pero lleno de vida, yo recién había sido electo presidente municipal, el pueblo comenzaba a crecer y a prosperar, el progreso estaba llegando hasta aquí. Pero una noche yo estaba leyendo sentado donde está ahora usted sentado, leyendo con mi copita de brandy cuando de pronto los perros comenzaron a ladrar y los caballos alborotados corrían bastante asustados, me levanté tomé mi rifle y salí a ver lo que ocurría, cuando vi en el cielo una luz que caía, me deslumbró, me cegó por completo, era como un pequeño sol, después se escuchó un fuerte estallido como un trueno o como una bomba. Al día siguiente mandamos a 4 peones a que investigaran lo sucedido pero jamás regresaron. La verdad es que preferimos no enviar a nadie más y el pueblo decidió olvidar aquel incidente, pero desde ese día la zona se empezó a podrir ganándonos terreno.
-¿Qué pensó la gente de ello? ¿Por qué no mandó pedir ayuda al gobierno?-interrumpí con voz quebrada.
-Ja, el gobierno nada mas nos quitaría el pueblo y a lo mejor hasta nos aniquilan después de experimentar con nosotros. Mucha gente piensa que son brujas que vuelan en bolas de fuego y que vienen a llevarse a los niños, los más cultos dicen que es un meteorito que trajo una plaga cósmica. La verdad es que la cloaca fue aumentando y el progreso del pueblo se detuvo, la mayoría emigró y otros se aislaron por completo. Solo los que queremos al pueblo como yo nos quedamos-agregó guiñándome el ojo.-después apareció esa mujer atrayendo aventureros y conquistadores de rancho, pero también sembró miedo y dolor.
-¿Qué hay del zumbidero?
-Esa es una cantina que ya lleva tiempo abandonada, el cantinero y todavía dueño del inmueble fue una de las conquistas de tu amiga, desapareció sin dejar rastro.
-pero yo estuve allí, yo vi al cantinero, yo tomé, todo era real. Escúcheme, yo estuve allí.
-Amigo, yo creo que está en graves problemas, creo que fue víctima de aquella mujer y la verdad no sé que decirle, pero le esperan tiempos difíciles e inesperados, ahora si me disculpa me retiro a mis habitaciones, siéntase como en su casa y descanse que lo va a necesitar.
Subí con trabajos y entré en la primera habitación que encontré y me acosté en la cama, mi cuerpo estaba bañado en sudor y toda la habitación daba vueltas, sentía que mi corazón iba a estallar, todo mi lado izquierdo me hormigueaba, todas las imágenes de la pesadilla que vivía pasaban como cortos de una película. Por fin quedé inconsciente. La imagen de Mabel estaba clavada en mi mente como si tuviera clavos en mi cerebro.









CAPÍTULO V


Era un salón grande con mesas alrededor, mesas rectangulares, decoradas a la antigua con maneteles rojos y velas negras sobre candelabros barrocos. El techo estaba bastante alto y del centro colgaba un candelabro impresionante lleno de velas en cuya parte baja tenía esculpidos una especie de ángeles demoníacos, yo llevaba un traje negro bastante elegante y daba vueltas en el centro de la pista, unos humanoides que se me figuraban unos maniquíes tocaban un vals oxidado, afuera se vislumbraba una tormenta por los grandes ventanales. El viento soplaba fuerte y producía un acompañamiento turbulento a la banda plástica. Yo parecía personaje de novela bohemia de alguna época remota de París, un forastero que llega a enamorar a la mujer más codiciada del pueblo que a su vez resulta ser la más misteriosa, al final tendría que pagar el precio del preciado trofeo. De pronto entró ella vestida de negro en un atuendo medieval coronado con olanes. Me tomó de los brazos y comenzamos a bailar una danza macabra a ritmo semi lento como dos enamorados condenados a vivir en una oscuridad olvidada por dios, de pronto comenzamos a girar y tenía la sensación de estar flotando dando tumbos por el espacio como si la gravedad solo fuera un concepto teórico del que me podía burlar sin compasión. La sensación de ingravidez me fascinaba, a pesar de no tener un control absoluto sobre mis movimientos que más bien parecían ser dictados por los ojos de ella. Un baile romántico en el sentía su cara demasiado cerca llenándome de un éxtasis exquisito, hipnotizando y adormilando todos mis otros sentidos. Hechizado en una danza sombría y hermosamente prohibida. De pronto, se escuchó un trueno que cimbró la mansión en la que bailábamos desafiando la lógica, nosotros regresamos al suelo y algo comenzó a golpear las ventanas como si cuervos extraviados ciegos de vida se estrellaran contra los cristales. Me dio la impresión de que estábamos siendo invadidos, la música distorsionó transformando los sonidos en chillidos emitidos por los instrumentos oxidados, los ojos huecos de los músicos se llenaron de vacío en unas expresiones acartonadas. Se levantaron confundidos como mirando a su alrededor mientras los golpes aumentaban de fuerza y ruido. Yo sentí que todo me daba vueltas como si fuera trepado en un carrusel del infierno. Mabel entonces desaparecía flotando espectralmente contra una pared mientras las ventanas se quebraban haciendo volar los cristales rotos por toda la cámara. Sombras comenzaron a caer sobre la habitación y yo tirado en el suelo escuchaba los truenos y más cristales romperse, todos mis nervios se crisparon al igual que todos mis vellos que ahora parecían púas metálicas. Asumí la posición fetal sintiendo unas garras frías sobre mi espalda y cristales helados y punzocortantes sobre mi piel, algo me levantó por los aires a una velocidad asombrosa; traspasamos el techo que ahora se desmoronaba ante la embestida de estos atacantes infalibles, yo sentía que me perdía entre la tormenta que ahora mojaba mi rostro, trataba de ver que cosa me tenía agarrado surcando los cielos verticalmente pero no podía ver nada, todo se me escapaba, solo sentía agua fría y neblina a mi alrededor, me costaba trabajo respirar y me parecía escuchar los susurros de Mabel entre el cortante viento. Entre la oscuridad sentí que empezaba a caer como si la gravedad hubiera tomado venganza y me empujara hacia abajo con el doble de velocidad rompiendo el aire, las nubes y la lluvia. Ya nada me sostenía y caía irremediablemente rumbo a las ruinas. Repentinamente el suelo. Sentí una bofetada y desperté mojado en sudor y perdido en un mundo que ya no me era real ni mucho menos mío. Estaba perdido entre dos mundos. El suyo y el de ellos.



CAPÍTULO VI



Esa mañana bajé y traté de desayunar cereal con leche. Lo vomité sin ni siquiera digerirlo, sin pausas ni introducciones sobre la mesa del comedor. No encontré al señor González por ningún lado. Descubrí una nota deseándome suerte y ofreciéndome ayuda incondicional.

“Espero que su estadía en el pueblo sea placentera, no dude en pedirme lo que sea. Espero también que su nueva vida esté libre de culpas y dolor. Recuerde que la culpa es sólo miedo al castigo, pero que tal si no existiera ningún castigo?”

Salí de la hacienda, todavía estaba mareado y recordé que casi no había comido nada en los últimos días. El sol me molestaba muchísimo, me cegaba, el calor era insoportable, tenía ganas de arrancarme la piel. Sentí nauseas y vomité de nuevo, sentí que arrojaba todas mis tripas. El dolor era agudo y penetrante. Me desesperé, sentía una fuerte ansiedad al no saber que me pasaba, qué enfermedad me estaba comiendo por dentro. Caminé casi arrastrándome. Me sentía asqueado y nauseabundo, sentía que algo me iba a estallar dentro de mi cuerpo. Cruzar las calles polvosas fue tremendamente difícil, como si tuviera que haberlas cruzado después de haber corrido un maratón, deshidratado, deshecho, utilizando las paredes como soporte y muchas veces el piso que detenía mi caídas. Al llegar a la posada miré a Pancho suplicándole sin decir nada que me ayudara a subir para poder descansar en mi habitación. Una vez en la cama quedé inmóvil ya que todo movimiento me dolía, Pancho dejó la habitación llevando una cara de preocupación que me asustó más a mí. Me miró como si estuviera viendo a un desahuciado y se podía adivinar que él apostaba que esta sería la última vez que me vería vivo.

Traté de conciliar el sueño y pasé toda la tarde tiritando con la mirada fija en las figuras dibujadas por la madera del buró, tratando de convencerme que el malestar era pasajero y que en cualquier momento me libraría de él aunque fuera debido a la muerte.
Al anochecer sentí una mano fría que me tomaba del brazo y me obligaba a levantarme de mi refugio, levanté la cabeza y vi a Mabel, me sobresalté y me eché hacia atrás, tenía ganas de llorar de angustia, me volvió a tomar y no tuve fuerzas para resistirme; con el día se habían ido mis esperanzas. Me condujo entre las callezuelas hacia la Cloaca y empezamos a penetrar entre la humedad fría y espeluznante. Ahora mi cuerpo temblaba sin control y sentía que ya no estaba consciente del todo. De pronto llegamos a un claro rodeado de los pútridos árboles en donde estaba dibujada una estrella de cinco picos, un pentagrama hecho de un material que me pareció muy raro, era negro con el contorno blanco. Cuando me di cuanta ya estaba en el centro de la estrella, desnudo y desfallecido. Observé a Mabel de frente a mí, estaba desnuda, tras ella la silueta de un ser enorme, su sombra la cubría ocultando su desnudez y la sombra de su cabeza me tapaba a mí. Era muy parecido al ser de mi sueño. Mable comenzó a hablarme:
-Ahora formas parte de nosotros, nuestra raza viene de un lugar lejano del cosmos, somos fugitivos de otro mundo, nos alimentamos de ustedes, durante siglos muchos de los nuestros se han refugiado en este mundo, muchas leyendas se han construido en torno a nosotros, muchas veces llamados vampiros. Nosotros tenemos el poder de desafiar la gravedad, de levantar a los muertos y de burlar la muerte, de esparcir la plaga y nuestro virus, de envejecer 10 veces más lento que un hombre, de tomar varias formas y ahora todo eso estará a tu disposición, ahora formas parte de nuestro ejército-levantó la voz en la última frase y lanzó una carcajada que contrastaba con el tono de su voz.
No sé a ciencia cierta a que hora perdí todo conocimiento. Pero cuando me reanimé estaba solo en la cloaca y los molestos rayos del sol se colaban entre las ramas.


CAPÍTULO VI


Salí de la Cloaca al atardecer, todavía no comprendía bien lo que estaba sucediendo. Tenía algo que se podría llamar una confusión cósmica o confusión psíquica. Llegué al pueblo y lo noté más árido y desolado que de costumbre, el aire soplaba con fuerza y levantó una nube de polvo que no me dejaba ver más allá de un metro. Alcancé a ver la hacienda y me pareció sin vida, caminé hacia la plaza y todo estaba tan solitario. Solo, ahora todo está perdido, aferrado a un recuerdo que cada momento se hacía más lejano. Parecía que eran como las seis de la tarde; todo estaba en ruinas, el pueblo parecía abandonado, las casas derruidas, debía haber estado en la cloaca por algunos días. No sé a ciencia cierta en que momento morí. En que momento de aquella tormentosa noche había muerto o tal vez ya había muerto desde la anterior o a lo mejor ya había llegado sin vida a este pueblo inmundo. Me senté en lo que quedaba del kiosco, sólo escuchaba el sonido del viento y me solté a llorar, a gritar, a lamentarme.
Comencé a pensar en lo que me había convertido realmente, “ahora soy un monstruo, un muerto que camina, una leyenda, ahora ya no existo para la gente, me siento tan solo, abandonado, miro alrededor y no queda nada, sólo mis lágrimas sobre el polvo, quiero mi vida anterior, quiero que todo sea como antes, ahora nunca volveré a ver la luz, el sol, el día, ahora todo será sombras, oscuridad, sólo la luna y la noche.

Está empezando a caer la noche sobre mi noctívaga presencia mientras escribo estas líneas, ahora mi malestar ha disminuido considerablemente, trato de recordar cómo me metí en todo esto, cómo cambió mi vida tan repentinamente, pero todo se esfuma, se me escapa de mis pensamientos. Total, tengo toda una eternidad para reflexionar. Ahora sólo queda soledad, cenizas y miedo. Miedo, ahora la gente me tendrá miedo, tendrán temor de mí, ¡Bah! La mayoría de la gente pensará que no existo, que soy un mito. Me pregunto si algunos me perseguirán. Ahora que ha caído la noche todo está oscuro, sólo las estrellas agujereando el cielo me saludan. Mi malestar ha desparecido, me incorporo, me estiro y comienzo a caminar. Mis sentidos están agudizados, puedo ver perfectamente y distingo cada sonido, inclusos el ruido de las estrellas. Jamás me había sentido tan bien. Me siento mucho más fuerte. La pesadilla ha terminado, ya no hay dolor ni sufrimiento. Después de todo no es tan malo ser un vampiro o un alma vagabunda atrapada en este cuerpo ya muerto. Creo que voy a ir a buscar a Mabel, necesito que me enseñe algunos trucos y me guíe en mi nueva existencia. No me tengo que preocupar por trabajo ni nada de lo que pase en este maldito mundo, desde ahora para mí será una existencia alternativa, al margen de todo lo que suceda, sólo pensaré en divertirme. No creo que me cueste trabajo acostumbrarme a ser un vampiro, incluso me está gustando mucho la idea, ja ja ja ja...


OSWALDO PEREZ CABRERA

viernes, 30 de marzo de 2007

El Viejo

El viejo
Oswaldo Pérez Cabrera
Siempre aparecía el Viejo arrugado por el mismo corredor angosto y angustiado. Los ojos inyectados de sangre, la mirada perdida desde hace tiempo como mirando la siguiente capa que hay más allá de la tercera dimensión. La barba de una semana es como una nevada sobre su cara porosa. Me mira como si me quisiera reconocer. Acá de este lado apesta a alcohol. Del cielo siguen lloviendo fuegos y truenos. El viejo es tan pálido que me hace recordar que estamos tan cerca de la muerte. ¿Por qué no nos mandamos a mudar a la otra vida? Todos de una vez, sin invitación y dejamos a la tierra en paz. Cada vez nos volvemos más frágiles. Todos se protegen las cabezas y llueve agua sucia entre los estallidos.

Siempre que aparecía el viejo me producía una especie de asco, de repugnancia que me provocaba su boca chueca como apuntando hacia el sur. Me acuerdo de Monique y su boca de la cual, ella escribió una apología al sexo oral. Me preguntó si ella se habrá escapado o se habrá alineado o seguirá luchando ¿Cómo se verá su boca entre las llamas?

Nunca me había dado tanta curiosidad la rutina del viejo blanco y su sanidad. Tal vez porque todos se están yendo poco a poco, nos vamos quedando más vacíos. Nos vamos quedando solos. Tal vez como buscando algo que me identificara con los restantes. El viejo baja hacia su rutina que ya no creo que sea laboral porque no creo que pueda trabajar en ese estado. Camina como si fuera un fantasma que está atrapado en su rutina. Hay gente que no puede vivir sin rutinas. Cuando la guerra llega ellos ya son cadáveres que siguen repitiendo las mismas acciones día tras día. ¿Qué pasará cuando el viejo llegue a su cuchitril y lo encuentre derruido?. Inexistente.
El sol comienza a salir chiquito, entre una grieta de humo y ya empezamos a respirar pesado. El veneno surfea sobre las partículas de aire.
El viejo se desploma sobre el pavimento con una sonrisa chueca en la cara y un espíritu derrotado.

OSWALDO PÉREZ CABRERA

Vancouver y las soledades de los exilios existentes e imaginarios.

Vancouver es vidrio. Vidrio color edificio. Vancouver es agua, mucha agua. Vancouver es montaña y bosques inconmensurables, pero también es TCH y soledad. Sobretodo soledad. Y es húmeda, una soledad húmeda que embarga la ciudad y que vive bajo la sombra de la duda, una metrópoli húmeda como si viviéramos entre las piernas de una ninfómana, el agua casi siempre viene desde arriba en forma de pequeñas caricias frías. Miles de astillas de espejo que caen reflejando las nostalgias de los exilios y las tierras abandonadas o retratan los sueños de ciudades futuras. Mil dolores pequeños.
Los callejones se llenan de charcos canallas que son pisados inmisericordemente. Vancouver es la libertad que equilibra el sentido del distanciamiento. Libertad de fumar marihuana en las calles y los mismos sexos tienen uniones legales. Es el sexo multicultural, coitos en diferentes lenguajes y combinaciones obtusas. Es la libertad de ser estrafalario. Vancouver es la ciudad que espera la destrucción entre sus placas tectónicas. Las drogas que se quedan atoradas en el puerto y se distribuyen entre los rincones abruptos de la parte este de la ciudad en donde las sombras se escurren por las sucias trastiendas entre adornos de preservativos usados y jeringas infectadas con enfermedades mortales. La pobreza se asoma entre promesas políticas y programas sociales, pero el sol entra chiquito entre las grietas donde se esconde el crack imaginario. Paranoias en do menor. Esquizofrenia en tonos mayores, voces que se entremezclan con las de las autoridades represivas. Contradicciones de la libertad. Vancouver es la tierra nativa con aires intoxicados de cerveza y brillo de luna etílica. El opio de los antepasados. La Tierra robada a la naturaleza.
La última sonrisa femenina viene siempre acompañada de agua salada, vamos acumulando kilómetros e historias, capítulos inconclusos, círculos no perfectos, luces que no se apagan, televisores que se encienden solos, fragmentos de vida capturados en papel mate, ondas que circulan por las soledades de Vancouver, mi voz en un altoparlante desconocido, el sabor de la vulva femenina que se va junto con el monte venusino canoso con mi esperma borracho, líneas calientes con psíquicos, la yerba que siempre fluye, hambrientos y sedientos en preámbulos apocalípticos, la letra impresa revoluciona, el ciberespacio nos unirá a todos en contra del imperio del mal. Más o menos así va la vida. Vivir del aire; con las mujeres de Vancouver que se lamen las heridas de la soledad y la incapacidad de formar una relación estable con los hombres necios de regiones frías; y nosotros tan disfuncionales. Yo sigo en mi cueva blanca con ilustraciones mate, rejas entre el callejón y el humo del puro. Hasta que el vino reemplace la sangre.
Hasta que el vino reemplace la sangre.

OSWALDO PEREZ CABRERA

miércoles, 28 de marzo de 2007

El Niño Prodigio

El niño prodigio
Oswaldo Pérez Cabrera

El niño prodigio podía hacer cálculos matemáticos con una facilidad increíble, como si tuviera una calculadora impregnada en su cráneo. El niño prodigio no se alimentaba bien porque no había mucho alimento en donde le había tocado vivir, de hecho, dormía en una casa de cartón corrugada al borde de un desierto lleno de uranio. El niño prodigio sabía, sin embargo, que eso no duraría mucho y gracias a sus cálculos estadísticos sabía que moriría antes de llegar a la adolescencia. Fue entonces cuando llegaron los extraños. Él ya los había predicho. Había dicho en su lengua natal que la avaricia de unos pueblos iba a traer a unos uniformados ridículos que traerían más miedo y destrucción. Igual que su líder. El niño prodigio asombró a propios y extraños con sus hazañas mentales y se habló seriamente de exportarlo. Los uniformados se divertían con él a través de un intérprete que hacía algo de dinero extra con el fenómeno mientras él decía que de la tierra salían gases tóxicos. Él niño vaticinaba a los hombres de guerra cuanto tiempo iban a vivir dependiendo la cantidad de toxinas y radiación que había ya en el ambiente y las probabilidades de morir por una bala enemiga. Lo más sorprendente fue cuando empezó a hablar acerca de gusanos ínter dimensionales y la posibilidad de viajar a través del universo y tal vez, viajar a través del tiempo. El niño prodigio lo creyó posible. Todos, incluidos los hombres de guerra pensaron que algún día sería capaz de informarnos como viajar más allá de la velocidad de la luz hacia confines nunca antes vislumbrados por el hombre. Yo pensé que podría incluso ser milagroso porque estoy seguro de haberlo visto curar gente herida con el simple hecho de tocar y acariciar con sus ojos color desierto. Sacaba metal hirviente del cuerpo de los inocentes o a veces los dejaba morir sin mostrar misericordia, como si supiera si eran salvables o no, con el simple hecho de mirarlos a los ojos. Yo me preguntaba si este infante era capaz de leer los secretos entre la vida y la muerte. O si poseía algún tipo de licencia divina. La guerra es un asunto caprichoso y los destinos son distorsionados frecuentemente y con rapidez. Como podría alguien haberse imaginado que un piloto podría ser tan estúpido. Aunque el niño mismo había dicho en una ocasión que para ser soldado se necesitaba ser un poco bruto. Pero no al grado de tirar una bomba en una ciudad ya tomada matando soldados aliados y civiles. La bomba cayó hambrienta de sangre y con una fuerza devastadora. Ese día, en aquel desierto, el niño prodigio apenas la vio venir y no le dio tiempo de predecir en cuantos pedazos quedaría destrozado su cuerpo.

OSWALDO PÉREZ CABRERA
Vancouver 2004

El Viaje generalmente duraba una hora

El viaje toma generalmente una hora
Oswaldo Pérez
El viaje toma generalmente una hora. Tal vez algunos minutos menos. De cualquier forma tengo que viajar encerrado en este gusano metálico como si fuésemos alimentos de conserva. Todas las miradas se cruzan. ¿Qué pensará la señora rubia artificial que está aplastada frente a mí? Tiene una expresión dura y una mirada que parece que juzga almas. Tal vez esté deprimida porque la edad se le vino encima. Todas las miradas están cruzadas, miradas de distintos colores; azules, cafés y negras posándose en otras miradas multicolores y pieles poli cromáticas. Pieles negras, amarillas, cafés; pieles con turbantes, con dioses que hablan en diferentes lenguas, pieles que guardan secretos oscuros.
El sol entra de lleno mientras el vaivén del tren hace dormir a una chica de aspecto oriental. Un humanito de color nos hace sentir su inconformidad pese a que va acomodado en su carreola. Yo miro hacia afuera como buscando un amor perdido, como si ella fuera a aparecer en un tejado brincando y haciéndome señas para que escape de la lata de metal que sirve de transporte hacia la monotonía y me mude a otro tipo de transporte que me conduzca a una felicidad etérea. De lo único que me percato es de una telaraña de cables negros, una maraña casi indescifrable, casi como las miradas que se cruzan aquí; líneas rectas, curvas, amontonadas...La ciudad es una red de cables que hacen las veces de sistema nervioso central. Comunicación. Imagino la red de conexiones que se deben de suceder bajo el asfalto irreductible; escondidas bajo ese concreto sin sentimientos. Pero allá abajo no hay miradas, sólo oscuridades que se interceptan indefinidamente. Muchos me ven con ojos extraños, no están acostumbrados a ver a alguien escribiendo mientras viajamos por las vías. Un par de miradas pesan sobre mis hombros, tanto el derecho como el izquierdo; tratan de comprender este lenguaje ininteligible para ellos, tienen caras de cartón y si se dedicaran a disimular se morirían de hambre. The next station is........Broadway. Informa una voz aburrida que no duraría ni una llamada en una hotline. Una manada de gente se arremolina con bolsas y paquetes diversos. Entre el vientre abultado de un guatemalteco y el portafolios de un yuppie constreñido distingo unos ojos azules, construyo lo que falta del rostro con mi imaginación, la nueva ola de gente ha traído un calor soporífero. De pronto se abre un espacio entre el centroamericano y el cara de pedo. Una figura angelical queda al descubierto e inmediatamente después busco que nuestras miradas se crucen creando una conexión indestructible. Ella me mira mojándose los labios. Yo le sonrío aprobando su mirada azul como el cielo invernal. Ella lleva una identificación que me hace suponer que es oceanógrafa; nos miramos largamente sonriendo deliciosamente.

The next station is.........Metrotown. The next station is .........Metrotown. Repitió la voz somnolienta como disco rayado. Ella soltó una risotada y me preguntó algo sin mucha importancia, la voz dulce fue como una copa de vino. Un par de preguntas más entre el ruido blanco del tren y una invitación después, ella se levantó del asiento haciéndome una seña para que me bajara con ella. La seguí obedientemente. Me llevó de la mano por las calles aledañas al centro comercial, subimos hasta un departamento encumbrado en un edificio, el piso 17 para ser exactos. Nos besamos con una ráfaga de electricidad incontrolable cuando todavía no llevábamos ni un par de sorbos de la limonada fuerte condimentada con vodka. Su boca se convirtió en un elixir y nuestras manos comenzaron a explorar arrancando botones. Sus piernas acabaron sobre mis hombros y su mirada azul se transformó cuando me sintió dentro de ella; sus senos bailando bajo mi mirada de complacencia. El concierto de gemidos se perdía entre una melodía barroca de Bach. Esa tarde decidí faltar al trabajo y acordamos tratar varias posiciones antes de quedar rendidos sobre la alfombra gris. Después los encuentros se hicieron regulares. Ahora mis rutas en el gusano metálico se multiplicaron. De mi casa al trabajo entre las marañas de miradas, del trabajo a su casa entre las marañas de miradas nocturnas y de su casa a mí casa entre algunas pocas miradas, muchas veces miradas matutinas. En alguna de esas sesiones fue que nos enamoramos. Tal vez fue cuando la tenía de frente a la ventana y yo por detrás sentía sus nalgas suaves mientras veía pasar el gusano metálico y me imaginaba que si alguna de esas miradas se le ocurriera mirar hacia nuestra dirección nos descubriría reinventando el amor. Para mí, el rumor del metro era como el soundtrack de nuestra aventura. Después de una de esas sesiones kilométricas me informó que la habían asignado a una pequeña ciudad de esas que lamen el mar sobre la isla de Vancouver.
Ella sugirió que me mudara con ella a aquel paraíso oceanográfico. Yo acepté perdido en aquella cabellera negra azabache. Al fin y al cabo acababa de vender una novela y tendría dinero suficiente para vivir holgadamente por un año sin necesidad de trabajar. Podría dedicarme por las mañanas a dormir, a dar un paseo sobre la playa y después a escribir y cocinar; porque la casa daba a la playa y los atardeceres daban a la ventana de la cocina. Entonces ella vendría de trabajar y después de algunas copas de vino tinto, comida y yerba haríamos el amor por enésima vez…
The next station is......... New Westminster. Anuncia esa estúpida voz y ella se para de prisa sacándome de mi letargo. Me sonríe con una mirada cómplice que no logran interceptar las otras miradas y sale del vagón mirando su reloj. Yo me quiero parar a seguirla, pero el trabajo me aguarda en la siguiente estación que bien se debería de llamar Felicidad y no Monotonía. Yo me quedo esperando a que pasen los últimos dos minutos que faltan para que llegue a mi destino entre el mar de miradas cruzadas dentro de esta lata de sardinas humanoides pensando que el viaje generalmente dura una hora, aunque a veces es difícil precisarlo.
Oswaldo Perez

Vancouver 2001

Electrodomésticos

ELECTRODOMÉSTICOS


Se levantó de su estructura horizontal acolchonada con una sensación de hambre; un cosquilleo en el estómago. Se miró en el espejo el cual reflejó su rostro cansado con sus ojos sin una expresión definida. Se dirigió a un cuarto en donde orinó sobre un pequeño charco contenido en una taza extraña, perturbó la tranquilidad de las aguas deformándolas con su chorro amarillento. Después provocó un remolino que cambió las aguas. Bajó los desniveles dirigiéndose al cuarto de alimentos. Cruzó el umbral.

Abrió el estómago de aquel monstruo frío y sacó sus vísceras dispuesto a convertirlas en bolo alimenticio. Las trituró en una vasija que tenía cuchillas en su parte inferior, letal para cualquier ser que midiera menos de 20 Cm. Posteriormente las introdujo en una caja negra en donde elevó su temperatura con una lluvia de radiación y deshidratación, todo tronaba a cada giro.

Las degustó ensuciándose las manos de sangre y grasa; de su boca escurrían líquidos viscosos. Destapó un pomo con una garra metálica, la botella contenía una sustancia negra y gaseosa. Mientras tanto, su compañera manejaba una máquina que absorbía todo lo que estaba a su paso, un viento inverso arrasaba mundos microscópicos. El depositó implementos de vidrio y metal en un dispositivo que los bañaría con agua y jabón despojándolos de los desechos del monstruo gélido. Salió viendo a su mujer de reojo, ahora sostenía un artefacto que hacía girar por el suelo brilloso. Los ruidos eran taladrantes, zumbidos y bloques de sonido, enjambres de insectos parecían escucharse durante toda la mañana. Los habitantes del mundo de concreto no se inmutaban, seguían moviéndose como automatizados siguiendo su patrón rutinario.

Él se dirigió hacia la parte superior de la casa. Entró en el cuarto de higiene, se quitó sus ropas aún calientes y llenas de células muertas de su piel, cementerio textil. Ingresó en un pequeño cuadrado y activó la lluvia artificial que provenía de un tubo metálico agujereado. Mojó su cuerpo librándolo de impurezas, bautizando su ser con aguas cloradas. Se restregó con fuerza como si quisiese arrancarse la tez.

Mientras tanto su pareja sacaba un cuchillo y terminaba de asesinar una fruta partiéndola por la mitad, la puso sobre un motor que poseía una piedra giratoria y extraía el jugo que hacía las veces de sangre de la anona. Tomó el líquido naranja mientras se removía las lagañas de los ojos. Puso un embrión de gallina sobre el aceite caliente haciéndolo brincar mientras cambiaba de color y consistencia, se lo desayunaría dentro de poco acompañado de cadáver de vaca o de puerco. Él encendió la famosa caja estupidizante de la cual salieron voces que anunciaban noticias mientras inundaba la recámara de rayos catódicos. Pasó una cuchilla por su faz librándola de pelo. Sintió una pequeña punzada al hacerse una pequeña abertura, una incisión no intencionada; no le dio importancia al dolor que experimentó.

Su cónyuge encendió un aparato repleto de foquitos rojos y verdes, prefirió los sonidos ya establecidos a las ondas al azar. Introdujo un platillo que simulaba un espejo y se escuchó, casi inmediatamente, una voz vacía con tintes mercadológicos que cantaba al amor con hipocresía y desgano. Ella removía el polvo de los anaqueles.

Desde el cuarto de asepsia, el marido escuchaba una voz desinformadora e hipnótica que decía “La OLP es una pantomima, los árabes son terriristas”, “El clasismo no existe, los millonarios son honrados y filántorpos”, “El sistema está bien”, “los negros son criminales, Marcos es una falacia”, “El PRI está bien”, “El chupacabras acabará con los rebeldes que nos quieren quitar nuestros bienes”, “Televisa está bien”, “Tu cerebro está dopado” “TV Azteca está bien” “Alíneate”, “El sistema está bien”, “El Che Guevara era un fanático, Bush es el elegido del señor”, “Todo está bien”, “Las telenovelas, Cuahutémoc Sánchez y las luchas dicen la verdad”, “Todo está bien”, “De hecho todos los Cuahutemocs son héroes”, “Todo sigue estando bien”. Mientras su psique era manipulada por las somíferas voces, ella encendía el poderoso motor de la bestia de lámina de cuatro neumáticos. Él se disponía a secarse el cabello aún húmedo con una pistola que expulsaba aire caliente. Sin embargo, al conectar los dos dientes del cable en los dos agujeros hechos exclusivamente para embonar y proporcionar la energía requerida, sintió que su cuerpo vibraba sin control. Sus entrañas se encendían, no lograba entender que es lo que estaba sucediendo, un olor a chamuscado le insinuaba que estaba siendo electrocutando. La electricidad tan vital para la vida, se la estaba arrebatando. Su mujer aceleraba llenando de gases tóxicos el ambiente con el fin que la bestia se calentara. El ronroneo mecánico evitaba escuchar el grito ahogado del moribundo. Sin embargo, tampoco le dio mucha importancia al hecho que estaba a punto de ocurrir si seguía pegado a la energía invisible. La vibración cesó y él cayó de espaldas. La televisión hablaba del estado del tiempo y decía que el calentamiento global es controlable. Mientras tanto en su trono misericorde, Dios oteaba entre aburrido y hastiado.

OSWALDO PEREZ CABRERA
México Distrito federal 1998

Verborrea Espiritual

VERBORREA ESPIRITUAL

Oswaldo Pérez

Érase que se era una mirada vacía, el señor pavimento era castigado por unos pies furtivos, una dama salió a su encuentro, se llamaba noche e iba a ser su única compañera fiel. Fustigando a su hija memoria como quien hiere con los recuerdos. Siguió caminando automatizado, alimentándose de aire y cigarrillos. Le hablo su mente drogada, pero no pudo comprender lo que le decía. Una estrella se cruzó y le indicó el camino, no podía ver nada a su alrededor, sólo oscuridades creadas por su fiel compañera. ¿Y su vida? ¿En donde se había escondido? ¿Por qué se sentía como una marioneta manipulada por manos invisibles? Parecíase que cada vez su cuerpo le respondía menos, no obstante creyera flotar sobre nubes de alquitrán. Una carretera de nubes lo confundió todo. Neón pastel. Después fue bañado por una lágrima. ¿Y qué hago yo sentado sobre mis pies andantes, cuando un frío punzocortante me perfora los huesos?
Hey amigo, piensa sólo cuando se te indique, deja de tararear tus penas, escucha la verborrea espiritual: pssssssssssssssssssssssssssssssss
Chasquidos infinitos. Sentía la clandestinidad a cien. No era así. Todo estaba maquinal y maquiavélicamente planeado. Terminales nerviosas inconexas. Su mente drogada le estaba abandonando. Quiso pensar por última vez, pero nadie se lo había indicado. Cuadros desfilando. La meditación voluntaria habría de cesar. El señor pavimento ya no estaba más. Se había fugado con una morena de asfalto. Su fiel compañera le provocaba dudas. Haría sus maletas y lo engañaría con otro. Noche puta. La ruta se le antojaba interminable. La visión acuosa, kaleidoscópica se negaba a obedecer. Su consciencia bastarda le susurró, pero de nuevo no comprendió, nadie le autorizó hacerlo, un reproche distorsionado: wauaouewauouiwauoauwaaeauaowuwowowaeuiowaoiuewaoiuewauio. La sensación de su piel, le costaba esfuerzo distinguirla, miles de arañas caminando sobre ella, haciendo surcos, arando y depilando. Ratas hacían lo propio con los dedos de sus pies. Un muñeco de trapo siendo devorado. Quiso desesperarse, pero se le olvidó como hacerlo. La libertad era succionada, contorsión del libre albedrío. ¿Predestinado? A lo mejor. ¿Desesperanzado? Probablemente. Duda, destino, un callejón sin salida. Hey amigo, ¿Estás sintiendo? Nadie te dio permiso que lo hicieras. Todo se escapaba. ¿Qué es lo negro? Balbuceo mental, incoherencia sensorial, desprendimiento espiritual. Flashazo de lucidez, dolor profundo, calor insoportable, hervor. Estaba muerto. Hay amigo, bienvenido y gracias. Estas Muerto.
OSWALDO PÉREZ CABRERA

domingo, 25 de marzo de 2007

Mentiras gringas

Será Verdad será mentira, las patrañas de todos los días

Es de conocimiento común, las teorías de conspiración en torno al gobierno maligno de los Estados Unidos. Muchas de estas teorías, o casi todas tienen su fundamento en las mentiras descubiertas a esta administración. El caso Palme, en donde divulgaron la identidad de una espía, Valerie Palme para vengarse de su esposo, Joseph Wilson, quien a su vez descubrió otra mentira al decir que Iraq nunca había buscado comprar uranio a Níger siendo eso una posibilidad tan remota como que se sacarán la lotería nacional de Polonia sin comprar boleto. Entonces Dick Cheney, vicepresidente y Kart Rove maquiavélico asesor decidieron revelar la identidad de la chica a un periodista conservador.

Las manipulaciones arteras y amenazas a los científicos para encubrir los hallazgos ambientales que amenazan a la tierra. Prefieren seguir ganando dinero con las presentes políticas contaminantes que tratar de frenar el deterioro ambiental de nuestro planeta.
En 2004 un prominente grupo de científicos, que incluyó 20 premios Nobel y 19 galardonados con la Medalla Nacional de la Ciencia, firmaron una carta abierta que acusó al gobierno de Bush de tergiversar deliberadamente hechos científicos con "fines político-partidarios".

La prestigiosa Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos también exigió en 2004 dejar de preguntar a los especialistas si apoyan a Bush cuando son entrevistados para integrar comités de asesoramiento científico.


Todos los falsos pretextos para invadir Iraq, armas inexistentes, el miedo que generó en la población gringa con los atentados de Septiembre 11 del 2001, atentados en verdad sospechosísimos y llenos de inconsistencias. La más grave de todas fue la de la Torre 7. Todas las evidencias apuntan a que este edificio fue demolido. No presentaba mayores fuegos, ni fue alcanzado por ningún avión ni siquiera por los otras dos torres gemelas. Sumado a esto una reportera de la BBC reportó que se había caido minutos antes de que eso hubiera sucedido. Numerosos expertos que han visto del video coinciden en que se trata de una demolición controlada. La prueba más contundente es que mientras las torres se caen de arriba hacia abajo debido a los daños estructurales sufridos (aunque hay algunos conspiradores que aseguran que incluso las torres fueron premeditadamente hechas polvo), la torre 7 explota de abajo hacia arriba. Entre los inquilinos de este edificio se encontraban el Servicio Secreto de los Estados Unidos y un bunker para emergencias del Alcalde de ese entonces Giuliani, el bunker podía soportar vientos de hasta 200 kilómetros por hora. También la oficina de impuestos el IRS tenía oficinas ahí así como insituciones bancarias y aseguradoras. Uno no puede sino preguntarse ¿Qué se escondía en esas paredes que se necesitó destruir todo un edificio? ¿Cuál es la verdadera razón de estos ataques que parece que beneficiaron a los planes de los neocons? Ya en un Tratado que Wolfowitz escribió con su ThinkTank ultraconservador llamado El Tratado para una Nueva América en el Siglo XXI en donde se describe claramente que “para que la población mundial permitiera una invasión al medio oriente, se necesitaría un evento de consecuencias catastróficas, un segundo Peral Harbour”. Los neocons son tan cabezas huecas que incluso pusieron en papel sus maquiavélicos planes en donde hay que sembrar el caos para saquear los recursos naturales y dejar soldados en posiciones geopolíticas importantes.

Por eso resulta fantástico que Khalid Shaikh Mohammed sea culpable de todos los males de los USA, Khalid bajo tortura en Guantánamo en un juicio secreto se adjudicó la responsabilidad por los ataques del 11 de septiembre, dijo que él llevó a cabo la decapitación del periodista estadounidense Daniel Pearl, y reconoció su responsabilidad parcial o plena sobre ese y otros 30 ataques o complots terroristas. Aunque fuera verdad que haya cometido esas y más atrocidades, que validez jurídica puede tener una declaración sacada bajo tortura, ¿cómo se le puede creer a un gobierno mentiroso cuando el juicio se llevó a cabo en sector y sin observadores internacionales, ni jueces imparciales, ni abogados defensores, ni nada?
¿Qué se puede esperar de un país donde el presidente tiene el poder del veto? ¿un país donde el congreso es un chiste? Se aprobó una iniciativa de ley para, por fin, traer a las tropas de regreso, y el cabeza dura de Bush ha dicho que vetará el ley si llega a su despacho. Por lo menos ahí no mintió. Estados Unidos está secuestrado por una pandilla de locos mentirosos, corruptos y asesinos cuyo dios es el dinero. In God We Trust.

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El agua debe de ser un derecho Humano

El agua debe de ser un derecho Humano

La especie humana está compuesta por un 75% de agua, es decir somos seres líquidos que necesitamos de ella para vivir. Podríamos vivir mucho más tiempo sin comida que sin agua. Entonces, si el agua es vital para la sobrevivencia, porque no se tienen considerada como un derecho humano? Existen actualmente, según la ONU, 1,100 millones de personas alrededor del mundo con poco o nulo acceso a agua potable. Es decir, un sexto de la población mundial. Si esto no es una catástrofe planetaria, no sé que pueda ser. Según algunos estudios de las mismas Naciones Unidas, para el 2025 el 60% de la población mundial carecerá de este servicio básico. Es fácil injerir que las próximas guerras serán por el agua.

El documental argentino SED habla de las bases militares que los Estados Unidos están estableciendo alrededor del manto acuífero guaraní en la frontera de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, uno de los depósitos de agua dulce más grandes e importantes del mundo. Mucha agua de estas reservas ya está siendo contaminadas por las empresas trasnacionales.

En muchas regiones del África y Asia, las mujeres tienen que caminar muchos kilómetros en un peregrinaje por conseguir algo del preciado líquido para poder cocinar, lavar o para limpiar. El agua contaminada de muchos pozos provoca infecciones mortales y epidemias. Muchas veces el pozo se seca debido a que el recurso es mal explotado o es vendido por gobiernos corruptos. En el África Subsahariana según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la mitad de la población carece de agua en buenas condiciones y un 65 por ciento no tienen saneamiento adecuado. La mitad de los 1,8 millones de niños que mueren cada año en todo el mundo por diarreas y otras enfermedades relacionadas con la falta de higiene vivían en el África. Según el PNUD, una de las causas es la mala gestión, como en Etiopía, cuyo gobierno destina veinte veces más dinero al gasto militar que a la mejora de los recursos hídricos.

En otras regiones también se vislumbran desastres apocalípticos con en China donde la mitad de sus ríos y lagos están contaminados y ya son imbebibles o bebibles bajo riesgo de muerte. En Brasil, el país con el 13% de las reservas de agua unos 50 millones de brasileños carecen de este servicio. Igualmente en la Ciudad de México en donde los ríos están entubado y se usan como drenaje. La India también tiene serios problemas de abastecimiento y el cambio climático inminente sólo provoca predicciones nefastas como sequías en todo el Medio Oriente, Mediterráneo y otras zonas cercanas al Ecuador.

El agua debe ser un derecho humano.

Milpies metalico

EL MILPIES METÁLICO

Viernes por la tarde.
Voy manejando por el périférico con una chica que conocí hace tres días. La carretera sedienta discutía con las llantas gastadas en el parchado pavimento. La fila interminable de automóviles formando una procesión de metal. El ambiente en el aire estaba perfumado con lujuría y ese aroma casi imperceptible que despiden las mujeres cuando planean acostarse con un hombre.
Muchas veces las calles de la ciudad de México están disfrazadas de gusanos de metal y todos somos una extremidad del milpiés y cada pata del animal desarrolla una historia extraña. Las mil y una patas. Y cada pie contiene un chofer que tiene un pasaje del tiempo, como el siguiente, y el siguiente.
El gusano realmente nunca va a ninguna parte, simplemente sus pies van cambiando de destinos tomando desviaciones hacia ramificaciones en donde los testigos van cambiando.
Esa noche de Agosto decidí tomar una desviación y dejar la bestia de aslafto por un rato. Un six pack de cervezas más y hacia la casa del Stolen con la chica de la historia.
-Pongamos las cosas en claro, tú sabes que no quiero ningún tipo de relación.
-Sí lo sé.
-¿Sabes que sólo deseo tu cuerpo?
-Sí.
-Que salí contigo porque no pude conseguir nada mejor.
-Lo sé.
-¿Puedes crees a esta chica? –Giré la cabeza para comentarle a Stolen - ¿Qué tan bajo pueden caer algunas chicas? Ésta en particular, se calienta a la menor provocación. Ha decidido acostarse con alguien esta noche y no le importa la humillación que tenga que pasar para conseguirlo. El problema de las apariencias es inexistente. Puedo ser un puto macho toda la noche y todavía llevarmela a la cama, ¿Verdad nena?
-¿Qué?
-¿Por qué no nos traes un par de frías?
-Claro que sí papito.
-¿Ves? Te dije, pal pito es donde va a ir, ¿No es ella una trinchera en tiempos de guerra? En una época de sequía, digo, cuando no hay chicas alrededor.
-Todo está bien guey, pero ¿No crees que está un poco gorda?
Viernes por la noche, estoy sentado con una chica gorda que conocí tres días atrás. Estaba ayudándole a un amigo que salía con su hermana que pesaba menos de 50 kilos y seguía a dieta. Así que siempre me llamó para que me ocupara de su hermana que siempre la mandaban como chaperón y era más de cascos ligeros que la otra. A mi amigo le gustaba que los llevara en el bar móvil 335.
La atmósfera estaba perfumada de alcohol y lujuria. Ella se sentó en mis piernas. Stolen estaba esperando por sus colegas para que todos pudieramos ir a la casa del Zancudo Stankevich para celebrar su cumpleaños. Mis piernas se adormecieron. Su gran culo había cortado la circulación de mis extremidades inferiores, -quítate de encima- le dije mientras sentía miles de punzaditas en mis muslos.

Finalmente el timbre de la puerta sonó y repentinamente un desfile de 8 gueyes entró a la casa listos para el evento principal de la noche. Todos venían vestidos con ron y refrescos. Dos botellas de ron después y volvimos al gusano metálico nuevamente (incluída mi ex-socia, chucha “la come hombres”) hacia la casa del Zancudo rosado y su fiesta de aniversario de vida. Allí íbamos una docena de personas. Originalmente sólo estábamos invitados el Stolen y yo y ya lo habíamos convencido con trabajo para llevar otras dos personas y después se pego mi “date” y después los compañebrios de Stolen.
Así que ya se imaginarán la reacción del gringo sonrosado cuando abrió la puerta de su departamento de una recámara en el tercer piso que ya estaba ocupado por otra docena de personas, incluídos los colombianos y dominicanos, el culito de Mojarrita y sus hermosas amigas de cuerpecitos de tentación. Si tan sólo lo hubiera sabido. Tal vez era una de esas noches en que todo sale al revés. La Chucha se percató de los morenos e inmediatamente se decidió a ir a bailar a la pista de 20 centímetros cuadrados y averiguar si el mito de la parte larga era cierto. Zancudo Stankievich ya estaba borracho tratando de explicarme que su departamento no es un vagón del metro en hora pico. Mientras tanto le dije a mi compañera:
-Hey nena, ¿Por qué no nos traes un par de tragos y deja esta botella en la cocina por favor para que se calme el zancudo, gracias.
-Además, invité a la Mojarrita y a dos de sus amigas para nosotros buey-prosiguió el Zancudo Goyo con su acento sureño gringo- mira haz la matemática buey, tres para tres son tres parejas y tres camas. Y ¿Quién es esa chica?
-Una chica.
-¿Está un poco gorda no?
-No, estás borracho. Sólo tiene un culo amplio. ¿La mandó en un taxi?
-No eso sería culero buey, mejor le voy a decir al “bolas de estambre” que me haga de tercer caballero.
Mientras discutíamos mi pérdida, otros dos invitados llegaban a la fiesta, dos gueyes que se querían ser yuppies con una gran pretensión pero carteras flacas.
-Te digo guey, era un escupitajo lo que sentí en mi cabeza.
-guácala guey.
-Imagínate que le hubiera caido a mi nueva camiseta, por lo menos me cayó en mi cabeza.

Viernes a la media noche, estoy platicando con una de las amigas de Mojarrita que parece haber salido de una de esas portadas de revistas para adolescentes. Tuve que convencer a Chucha que enseñara a mi cita como bailar salsa. El bolas de estambre estaba bebiendo en una esquina. El Stolen y sus amigos van y vienen del departamento. Alcohol es inyectado al apartamento. Mi cita sólo bailó un par de canciones con Chucha, no era muy placentero verlas bailando en ese espacio tan reducido. Yo me concentraba en los labios de la amiga de la Mojarrito mientras le hablaba de las ventajas de salir conmigo a algún evento literario en donde los egos y el vino tinto fluyen como el río Amazonas y seguramente sería descubierta por alguien importante en el mundo de la moda que gustan de este tipo de eventos pseudointelectuales. No estaba muy interesada en el tópico así que le cambié el tema hacia las ventajas de pertenecer a la agencia de modelos que manejaba con mi socia Chucha, que bailaba pisando a la gente que se arrinconaba entre la mesa y una pared. Finalmente el angelito prestó atención cuando repentinamente la pinche Chucha soltó a la otra que se pegó dándome un beso mojado. Las chicas intercambiaron miradas en las cuales se podía escuchar la risa. Fue en ese momento en que decidí emboracharme y cambié de cervezas a la cuba libre con más ron que cola. Toda la fiesta estaba hasta el tope de alcohol por lo que la Mojarrita y sus amigas decidieron pirarse hacia un ambiente más amigable y me dejaron un un beso en la mejilla y una imagen en mi cabeza de ellas desnudas haciendo un trío delicioso.

Pasadas las doce de la noche ya del Sábado me dirijo al baño y la chica del culo enorme se dirije al baño detrás mío. Alguien estaba en el baño así que comenzamos a besarnos mientras esperábamos. Su lengua estaba jugando dentro de mi boca sin inhibiciones. Sentí una erección tratando de liberarse. Ese alguien acabó de utilizar el baño y sin darme cuenta ya estábamos dentro del baño respirando agitadamente. Giré el seguro de la puerta y la puse contra la pared acariciando su cuerpo. Ella comenzó a gemir y a desabrochar mis pantalones, de pronto sentí que caían junto con mis calzoncillos, mi pene estaba libre, erecto y era manipulado por ella. Yo conseguí de alguna forma deshacerme de sus jeans sintiendo su vagina húmeda con mis dedos aventureros tratando de chupar sus senos arrancando el bra con mis dientes borrachos. Caminé de espaldas hacia el retrete y me senté con el pene duro como mazorca, como una espada lista para la batalla. Yo vi su culo enorme venir hacia mi estómago; ella agarró mi pene y lo introdujo gimiendo dentro de su vagina. Ella se sentó sobre mí dándome la espalda y su mega culo en mi panza yo comencé a rozarle los pezones con las yemas de mis dedos y después apretando para que se pararan a más no poder. Ella seguía repitiendo mi nombre. Pero escuchaba un ritmo extraño. Era la puerta. Alguien tocaba violentamente la puerta.

Sábado por la mañana, 2 AM y me estoy cogiendo a esta chica tan duro que la tapa del retrete se comenzaba a cuartear y mientras tanto, el colombiano y el Zancudo estaban tratando de abrir la puerta a chingadazos. El colombiano no puede aguantar más la necesidad y va a mear en una botella de cerveza vacía que no puede aguantar tanta orina, así que tiene que seguir en el balcón desde donde se podía ver el estadio de baseball del Seguro Social. Al tiempo que meaba los pseudoyuppies que regresaban con más alcohol y notaron que una lluvia caía de arriba. Zancudo tampoco puede aguantar su necesidad y empieza a vomitar por todo el apartamento, corre por entre la sala con su boca llena de bolo alimenticio medio procesado, tropezando ya con todo y todos sólo para encontrar al colombiano golpeando el baño y buscando una botella vacía para orinar. Así que por no escucharlos, acabó uno meando en el balcón y el Zancudo dejando un rastro de vomito hasta que sacó su cabeza por el balcón creando junto con la meada una lluvia apestosa de desperdicios de la borrachera. Para la mala suerte de los pseudo yuppies que acababan de sentir una brisa de orín mientras trataban de orinar ellos mismos cuando la brisa se hizo más espesa y oscura. Huelga decir el estado en que acabaron sus ropas después de ser meadas y vomitadas desde un tercer piso.
Sábado de locura internacional y yo estoy decidiendo parar el coito. Estoy tan borracho y tengo tantas ganas de mear que es imposible venirme, ni siquiera estoy cerca. Así que la aparté y me puse a mear con mi erecto y mojado pene causando malestar en mis entrañas.
Finalmente salimos del sanitario sólo para encontrar a los remanentes de la fiesta formados para entrar al baño. El zancudo ya está durmiendo en el suelo entre dos camas después de haberlo sacado todo. El colombiano estaba limpiando los rastros del Zancudo mirándome con ojos de fuego y murmurándome ¿Parcero, no cree que está un poco gorda? –Yo sólo asentí como tratando de justificar las ropas.
Los dizque yuppies regresaron preguntándose que les había caído del cielo, ellos pensaban que era una especie de chapopote light, ni siquiera sabían que era una lluvia de ron con cola con pipí.
Sábado en la mañana, 4 am y estoy sentado pretendiendo que nada pasó y socializando con un colega caribeño. Todos me miran con odio por lo que decido llevar a la chica del culo amplio a dormir. Ella vivía al otro extremo de la ciudad y como probablemente sabrán la ciudad de México es la más grande del mundo. Afortunadamente, a esa hora de la madrugada el gusano es casi inexistente. Está tan fragmentado que casi pierde su condición de milpiés metálico. Chispas de destellos de alumbrado público en el metal esporádico de las láminas del último modelo y del viejo modelo que jamás pasará la verificación anti contaminante. Así me dirigí al sureste en el bar móvil 335 con la intención de recibir una mamada antes del amanecer café de esta ciudad de óxidos.

Cuento navideño

Oswaldo Perez Cabrera

No pudo evitarlo. Fue más fuerte que su propio peso que era bastante. Salió rápidamente hacia las calles nevadas aminorando su velocidad al solo contacto con el pavimento helado. Ahora tendría que ir muy lentamente para no quedar varada en alguna esquina hipotérmica. La sensación de la adicción se manifestaba a través de su desesperación y la ansiedad. Por favor, pedía mientras sorteaba los obstáculos de la acera, necesitaba llegar al Mall, el templo del consumismo, antes del anochecer para a primera luz del día en entrar por delante del prójimo. De otra forma corría el peligro de adquirir un trauma del tercer grado al perder la oportunidad de poseer algo que pocos, los privilegiados, podían poseer. Su autoestima peligraba.

Buscaba el último gadget de la tecnología moderna, el teléfono celular que también era cámara de video y grababa conversaciones a tres metros de distancia, ideal para espías y esposos celosos, pero para eso tenía que competir con los gammers que buscaban el último video juego virtual en el que Lara Rider montaba a Indiana CoJones y además mostraba las tetas. Senos computarizados. Pero ella buscaba algo más, buscaba algo secreto. Una figura de acción religiosa. Súper Chucho.

Todo su trauma había empezado algunos años atrás con el diseño industrial de una figura de acción, un muñeco plástico que insinuaba la creación de su héroe de caricatura, un tipo que parecía un Jesús revitalizado en esteroides. Por alguna razón sexual enclavada en su psique, significaba para ella, una joya preciada a poseer, tal vez por un complejo exagerado de Electra, aunque para enamorarse de un Travestí de closet como lo era su padre, el complejo freudiano es un poco difícil de justificar. Estelle, quien se imaginaba que su nombre significaba estrella, estaba segura que su nacimiento había sido un error garrafal de su madre y padre, tal vez fue producto de una prostitución forzada o una confusión mega marciana o simplemente una violación violenta, lacerante y brutal que explicaba su mal karma que tenía que arrastrar junto con los kilos de más dados por esta tierra contaminada con drogas sociales.

Ella pensaba que si se hacía famosa como los fotografiados en esas revistas y tabloides con chicas esbeltas y anoréxicas adoradas por toda la plebe y la realeza moderna por igual, y que ella misma adoraba sin saber por qué, sería por fin aceptada entre los círculos sociales del mundo cosmopolita.

Ella sabía que el sueño americano sí existía, ella podría ser una estrella si trabajaba duro en sus talentos, y así entretuvo a su familia en navidades y cumpleaños por años. Incluso seguía cantando hits de ABBA inmutable ante los pleitos de la celebración en turno, ya fuera porque el novio de la liberal prima andaba besando a una tía con pensión asegurada o porque el abuelo descubrió la marihuana de su hermano adolescente (un tipo lleno de cráteres que explotaban frecuentemente como erupciones blancas de mierda grasosa salpicando la mesa donde comían). El septuagenario se fumó medio porro antes de que la puta tía puritana lo descubriera y fingiera un desmayo después de un ataque de tos por el humo verde que se colaba entre sus pulmones. El abuelo sabía que perdería el toque por lo que le dio un jalón indefinido que sólo el cuñado punkie sabría apagar, como el bombero undergrasa se abalanzó sobre el petardo y fumando un poco disimuladamente escupió sobre su índice e inmediatamente apagó la fresa de fuego con la punta de su dedo como un milagro ante la hipnotizada fanaticada de familiares que apenas podían dar crédito al estado del abuelo que ya era hippie desde hace 60 años pero que nadie nunca se dio cuenta. Estelle cantaba There was something in the air tonight Fernando y comía pastel.

Puras tragedias familiares veía en su cabeza, por eso se metía chocolate en barras y se reconocía adicta al McShit. Su salud corría peligro desde hacía varios años. Pero ella se escapaba en su cabeza llena de sueños eróticos con muñecos religiosos mamados. Y ella sabía su enfermedad y la quería catalogar como jesusfilia o algo así. Hay algo torcido y descompuesto en mí, pensaba mientras arrastraba las 220 libras sobre la banqueta llena de hielo negro, traía unos bocadillos que la alimentarían durante la noche, pero la asistencia social no era tanta como para poder alimentarla durante la noche por lo que se resignó a 13 sandwiches de jamón y papa en forma de ensalada y puré. Un par de salchichas frías con 5 huevos duros, cuatro litros de chocolate caliente y un anforita de Cognac baratón para el frío. Tres baguettes con tres kilos de queso y una botella de Merlot. Todo dentro del sleeping bag. El mayor sacrificio para conseguir la figura deseada tan prometida después de tantos y tantos rumores. Jesús y celular espías eran sus objetivos y se sentía una cazadora ágil cumpliendo una misión.

Apenas llegó cuando aún faltaban un par de horas para el alba, vio una línea de gente como indigentes dormidos a las puertas de de las tiendas, como buscando refugio del frío. Se acomodó junto a un cenicero de piedra que la resguardaría un poco del frío y comió y bebió para distraerse.

Se abren las puertas del Mall, el castillo imperial del consumismo, y toda la manada de gente sale disparada hacia los estantes, ¿De dónde salieron tantos humanos? Parece que salen de las cloacas, sus miradas son diferentes, marabunta, ediciones limitadas de dos millones se ven arrasadas, los productos megapop son disputados par la turba.
Pero hoy no era el día de suerte de nuestra pesada amiga que tanto esfuerzo hizo por desplazarse entre la tormenta decembrina que todo lo cubrió de nieve e hizo de su ascenso por el vecindario, algo como una proeza. El cruce de la colonia significó para ella el cruce de los Urales.

Todo para llegar y que una pinche flaca de mierda, guerita de rancho oxigenada con un perro ridículo y minúsculo se le atravesara y ella sin querer pisara al mentado perro que lloró sin misericordia mientras su dueña arañaba instintivamente como protegiendo a las perras de su camada o jauría y la overweight que se siente intimidada y deposita más peso sobre el perro, que en ese momento siente que va a conocer a su creador cuando sus costillas se parten como ostias en comunión. Estelle se da la vuelta mientras suelta un codazo en la mandíbula de caballo de la güera falsa como para darse impulso a irrumpir en la tienda que asemeja una caja de zapatos gigante. Hay una especie de lucha, la flaca alcanza a enredar sus dedos en sus cabellos y hay encontronazos con otros miembros de la marabunta humana y muchos terminan perdiendo el equilibro y alguno cae sobre el canino que se despanzurra con el tacón atravesado. Los estantes volaron y la mitad de los productos se estropearon ante la estampida. El producto se agotó. Para cuando el polvo se aplacó y todo se vació no quedaba nada.

Unas velas fue lo último que pudo ver Estelle mientras su humanidad estaba tendida en un pasillo, mil veces pisoteada, respirando pesadamente, apenas. Tal vez Jesús no está predestinado para ser representado de esa manera tan prosaica y demencial. Fue el último pensamiento de Estelle mientras expiraba en los fríos pasillos del mal o el mol con una marca de zapato tenis tatuada en su mejilla. Su muerte no fue grabada por el nuevo Gadget pero fue un éxito en el programa Historias Reales de la CCTV en alguna estación de cable del Rural USA.

Oswaldo Perez Cabrera es el director de La Vanguardia de la Vancouver

Transfixion

TRANSFIXIÓN
EL ABUSO EN EL CONSUMO DEL LENGUAJE PUEDE SER LETAL PARA SU SALUD

En alguna hermosa región de España, rodeada de valles verdes y pequeñas vargas en donde se repiraba lozanía en el ambiente y el agua de los ríos que cicatrizaban la tierra fértil era tan pura como la virgen de Fátima y tan clara como el cristal de Bacará. Allí moraba Hernando Martínez de Toledo, zapatero de profesión. Vivía en un pueblo por donde pasaron celtas, sefaradíes y demás culturas antiguas y al momento en que transcurría nuestra historia era habitado por aldeanos sin muchos recursos económicos y poca educación. Sin embargo, les llegaban noticias tales como que un tío llamado Cristobal Colón navegaba aguas desconocidas y conocía gente olvidada por la misericordia del Señor. Una civilizaciones con secretos exóticos y muchas riquezas, todas declaradas propiedad de la Corona. También llegó a sus puertas el triste deceso de la ilustrísima Isabel La Católica. Sin embargo, había algunos personajes, que deseosos de adquirir mayores conocimientos, alimentados por las aventuras de jóvenes mozalbetes en tierras fantásticas, por las tradiciones alquimistas y conocimientos herméticos, que fueron frenados en seco por la Inquisición; que además vetó la sed por desentrañar los misterios de la vida y de la extraña conducta humana, puso un velo en los ojos del pueblo y combatió la creciente Reforma protestante y a los demonios y brujas que se mezclaban entre los mortales. No obstante la tecnología actual, sigue existiendo represión como la que predominaba en aquellos lejanos tiempos y seguimos quemando gente en las hogueras penitenciarias.

Hernando Martínez de Toledo siempre vivió en paz, tanto con su gremio, como con su alma bajo las normas católicas; su existencia era regida por su Dios Omnipotente al que veneraba y su cultura se reducía a los cánones teológicos dictados por la Iglesia, y por supuesto, a su profesión. Pero su apacible vivir se vio atormentado aquella mañana funesta en la que para su mala fortuna, la Inquisición visitaba los alrededores. Su psique tuvo una abertura y sintió que Belcebú le susurraba mandatos en un lenguaje extraño e ininteligible.
Mañana gris en la cual la llovizna golpeteaba el alero presagiando una tempestad mental. Despertó mientras su sueño se difuminaba poco a poco; había soñado con ángeles rojos, con seres humanos moviéndose como robots al compás de luces estroboscópicas y ritmos salvajes, máquinas voladoras, máquinas parlantes, degeneraciones sodomíticas, un sin fin de sucesos que su cabeza no lograba comprender, términos todavía no acuñados, aparatos todavía no inventados, doctrinas inimaginables, cielos marrones, etc. Su pesadilla no parecía tener fin. Estaba seguro que había visto el infierno. Por supuesto no entendió nada.
Salió de su taller por donde ya confluían algunas personas.
- Buen día tengaís caballero.
- Dios mediante Don Hernando ¡Qué gris se ha tornado esta mañana!
- Verdad es su Ilustrísima.
(El abuso en el consumo de este producto es nocivo para la salud)
- ¿En qué puedo serviros?- Replicó Hernando extrañado por el susurro acaecido en su cerebro.
- Si fuera su merced tan amable de reparar estas zapatillas.
- Considérelo hecho.
(No deben consumirlo fenilcetonúricos contiene fenilalanina)
- ¿Os pasa algo Don Hernando? ¿Algún mal os aqueja?
- No debe ser la lluvia, me hace escuchar cosas.
- Pues quede señor, Dios con vuestra merced.
Hernando fue en pos de sus herramientas dispuesto a trabajar sobre el calzado atrasado, pero mientras martilleaba y pegaba suelas, las extrañas voces seguían persiguiéndolo en diversos tonos.
(Fumar puede ocasionar enfisema pulmonar)
- ¡Ay Señor mío! ¿Pero qué significado pueden tener esas palabras?
Un golpe certero en un dedo, el golpe, por supuesto tendría que haber dado en el clavo.
(La bomba atómica cayó sobre Hiroshima y Nagasaki. Japón estaba derrotado de todas formas)
- ¡Qué un mal rayo me parta si sé lo que significa esa frase.
Los murmullos comenzaron a desesperarlo, golpeó su cabeza tratando de librarse de las voces que lo turbaban. Volteaba intempestivamente buscando por todos los rincones el origen de aquellas voces.
(La paranoia es sinónimo de monomanía que a su vez es la locura por una sola cosa)
Arrojó un zueco por la ventana mientras se tapaba las orejas con fuerza, aunque ya presentía que sería infrustuoso.
(velocidad matemáticamente es espacio entre tiempo)
Gritó tratando de apaciguar el taladro fonético.
(Un tifón en Manila mata a millares de personas, informó la agencia de noticias Reuter)
- No me interesa ¡Así hayan muerto un millón! ¡Por las gracias del Espíritu Santo para ya!
Esta vez el grito se escuchó por todo el recinto llamando la atención de propios y extraños.
- ¿Pero que maldición ha caído sobre mi alma?
(Murió de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida SIDA)
Comenzó a sollozar mesándose los cabellos, la desesperación lo visitó corriendo a su agotada paciencia.
(LSD-25, mescalina, dexedrina, bencedrina, methedrina, ¡Velocidad! hierba, polvo de neón)
- Madre, ¡Escuchad! ¡No comprendo! ¿Qué quereis de mí?
- ¡Por Dios bendito hijo ¿De que estais hablando?
- Escuchad, ¡Por piedad! ¿Que demonios es kleenex?
- No blasfemes Hernando.
- Ayúdame madre que enloquezco
(por salud come frutas y verduras)
- Lo sé, pero ¿Acaso hay un trasgo escondido?-
Hernando comenzó a tirar mesas y estantes lanzando alaridos dementes que alarmaron a su madre quien intentaba detenerle, él le dio un empellón que la mandó de espaldas, ella se incorporó y salió corriendo a buscar ayuda.
(pague impuestos a tiempo, evite consecuencias)
- ¡Pero, los pago!
Mientras tanto, un grupo de curiosos se juntó alrededor tratando de adivinar que le sucedía al joven zapatero. No podían creer que una persona ejemplar pudiese enloquecer tan abruptamente.
(Come futbol, sueña futbol, Coca Cola es lo de hoy, Pepsi Generation Next, veneno negro con gas carbónico, la aguas negras del imperialismo)
- Padre, por favor que estoy endemoniado.
- Calmaos hijo, ¿Cuáles son tus afecciones?
- Las voces ¡las voces! – gritó mientras se adorrillaba desgarrando el atuendo del representante de la Inquisición, su rostro tenía una mueca de ansiedad.
- ¡Por Dios bendito! ¡Está poseído! Yo te ordeno Satán que abandones este cuerpo. En nombre de Dios nuestro Señor regresa a tu infierno legión del mal.
El prelado inició su exorcismo en el improvisado altar, conjurando en latín, sólo conseguía aumentar la histeria de nuestro personaje quien lo único que deseaba era morir, arrancarse la cabeza y terminar con el tráfico de sonidos incomprensibles para él. El ministro estaba tan asustado como él, pues era la primera vez que presenciaba un caso de histeria así y dudas le comenzaron a recorrer el cuerpo, tal vez éste sí estaba poseído.
(todos los niños, todas las vacunas, la poliomelitis puede ser erradicada)
Debido al fracaso de la parafernalia católica, Hernando fue transladado a la sala de torturas en donde lo montaron en el potro quien lo estiraba al máximo para hacerlo confesar, pero él no pensaba en nada, él ya se había resignado, realmente creía que una legión de demonios lo había invadido pero no lo había exteriorizado, así que gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Por la gracia de Dios, el demonio ha entrado en mi alma!
(Hecho en Mexico por Cervecería Modelo S.A. de C.V.)
Sin embargo por costumbre lo siguieron torturando, ya que nadie confesaba así tan de buenas a primeras.
- ¡Matadme! ¡Matadme!
Todos los ecleseásticos prepararon una hoguera y convocaron a todo el pueblo, estaban asustados ante un caso legítimo de posesión satánica, le colocaron un casco con picos en la cabeza y Hernando se golpeaba aumentando su dolor en busca de alivio.
(and the Oscar goes to Juliette Binoche)
(Estalla una bomba en el metro de cercanías de Madrid)
Hernando fue amarrado a un madero, alcanzó a ver a su madre llorando, él ya no tenía lágrimas, comenzó a sentir el calor subir por su cuerpo
(El Calcio fortifica los huesos y evita la Osteoporosis)
Pensó en su pequeño taller, en el apacible campo, en la brisa fresca de un atardecer junto al río, en la mozuela con quien quería contraer nupcias y que ahora lo miraba aterrorizada
(evite accidentes, póngase el cinturón)
En su madre, ¿Por qué a él que había sido tan devoto? ¿Por qué Dios le había volteado la espalda?
(Reacciones secundarias: Gastritis, hipertensión, jaquecas)
El dolor comenzó a agudizarse, era insoportable, pero era la única salida.
(Utilice condón Sico si conviene)
El olor a quemado presagiaba el final, toda su vida destrozada en un sólo día ¿Qué había hecho para merecer tal castigo?
(recicle su basura)
Se desmayó, jamás podría haber comprendido que en su pequeña e ínfima cabeza se había abierto una diminuta puerta interdimensional que dejaba entrar ruidos de otros tiempos y espacios. Trepanación de su psique. Comenzó a perder conciencia…
(Vote por el PRI, el nuevo partido)
(Amorcito corazón, yo tengo tentación…)
(Fue sodomizada y descuartizada)
(Ian Curtis se suicidó. Se colgó en su cocina)
(Un par de aviones en el vientre de la bestia)
(La dictadura militar triunfó de nuevo en América)
(Guerra bactereólogica entre E.U.A y orientales, entre católicos y musulmanes)
(La Apocalipsis llegó, el holocausto aterrizó en nuestro planeta)
(Padre nuestro que estabas…)


OSWALDO PEREZ CABRERA

D.E.J. (Destileria de la Eterna Juventud)

D.E.J
(Una tragicomedia mexicana en varios actos)

Oswaldo Perez Cabrera

Todo comenzó un cálido día de verano en un pequeño poblado metido en alguna región del país: Tecojotlán de las Guayabas. Dentro de esta diminuta muestra de nuestra población moraba nuestro héroe: Ronaldo Martínez Sánchez. Ese día en el que nos unimos a su vida estaba tomando cerveza en la cantina “Mi Oficina”. El calor era insoportable. El sudor manaba de cada uno de los poros de cada uno de los individuos que habitaban en aquella región tan ardida y castigada por el sol. Muchos sentían que se podían derretir de un momento a otro. Por esta acalorada situación las labores se suspendían a temprana hora y todo el pueblo se iba a refrescar el gañote con cervezas, aguas frescas de sabores varios, tepache y demás refrigerios típicos de la zona.
Rolando había estado platicando con Pepé, Gumaro, “El Liendres” y “El Escapes”, este último era un tipo de costumbres gaseosas y pestilentes que en esta época del año era insoportable. Charlaron acerca del futbol mexicano y la actuación de jugadores nacidos en regiones populares de urbes inconcebibles para sus cabezas, del calendario de Gloria Trevi tomado en alguna prisión latinoamericana en donde mostraba sus grandes senos casi al descubierto, de la hija de Doña Lencha que a sus 18 años estaba envarneciendo favorablemente hacia una edad de merecer marido. Posteriormente salía el dominó y ese día en que nos unimos a sus vidas Rolando estuvo de suerte; rondas y rondas de cerveza desfilaron por la mesa; leperadas y chistes también hicieron su aparición, así como los faritos y tigres, cigarrillos sin filtro de bajo precio.
Salieron del pequeño tugurio ya entrada la noche y tambaleándose como si fueran caminando sobre las olas de mar, de un mar tan distante para estos habitantes, como otro reino prometido perdido en la oquedad de sus cabezas.
Aquella noche Rolando encaminó al Liendres a su casa, éste lo invitó a pasar con esa mueca maliciosa característica de él, pero Rolando no aceptó como anticipando algún peligro. Sin embargo, quedó muy formalmente en ir al día siguiente a ver el futbol e incluso llevar un cartón de guamas. Rolando optó entonces por ir a dar un paseo por las afueras del pueblo, filosofando acerca de la vida y sus mundanas experiencias. Mientras caminaba, pensaba que nunca le había dado buena espina su amigo “Liendres”, tenía la impresión que se quería acostar con su mujer: Virginia, una dulce morena con la que se casó siendo ella muy joven. Él tampoco era viejo, sin embargo, a sus 27 años sentía que se estaba haciendo de años.
-Pinche Liendres, se me hace que me quiere pedalear mi bicla, ese güey siempre quiere sacar provecho de todos.- reflexionó.
Meditaba acerca de su vida concluyendo que había vivido demasiado rápido. Desde muy pequeño había trabajado en los campos de guayaba fletándose de sol a sol, también a temprana edad descubrió el alcohol, el sexo y la marihuana. Fue adoctrinado en las malas costumbres por “el Escapes” y la prostituta del pueblo, la pendenciera y fumada “Chicles”.
Así pasó su juventud, trabajando y parrandeando, forzando el cuerpo a su máxima capacidad, se estaba acabando antes de tiempo. Por estar cavilando acerca de su desgastamiento físico se alejó bastante del pueblo internándose en la maleza negra de la noche y las guayabas, guayabas que ahora podrían ser negras y que sólo eran iluminadas esporádicamente por algunos rayos de luna aleatorios. La noche estaba ya refrescando y él se acostó sobre la hierba a mirar el firmamento manchado de chispas blancas. Empezaba a conciliar el sueño arrullado por los cánticos y melodías que ofrecía la pequeña fauna del lugar, cuando de pronto, escuchó un ruido que desentonaba; se incorporó. Le pareció haber visto a una figura sentada sobre una piedra, volteó rápidamente pero no encontró nada. Pensó que probablemente era alguno de sus cuates que le jugaba una broma de mal gusto, desenfundó su puñal y empezó a caminar entre las plantas, tenía un estado entre asustado, confundido y molesto.
-¿Quién vive?-preguntó sin que se escuchara contestación alguna. -¿Quién chingados anda ahí?-repitió una vez más con voz de mando.
Siguió caminando cuando de repente descubrió sobresaltándose a un tipo sentado sobre una gran roca.
-¿Quién es usted?
La espectral figura se levantó y con voz pausada y un marcado acento español respondió
-El que os puede hacer feliz.
A Rolando le intrigó la rara vestimenta de su interlocutor y volvió a preguntar.
-¿De dónde vienes?
-Vengo de España, me dicen Benavides debido a mi ilustre apellido.
-Está extraña tu ropa.
-Es lo típico de un soldado español del siglo XIV, lo tengo usado desde hace 400 años.
-Me quieres tomar el pelo desgraciado gachupín- al decir esto Rolando lo amenazó con el puñal sacando a flote su carácter impulsivo.
-Vale, calmaos mestizo, que no es más que la verdad.
Rolando se dio media vuelta y se disponía a regresar al pueblo cuando Benavides lo detuvo.
-¿Qué harías si os digo que podéis vivir para siempre sin envejecer?
-¿Y tú que harías si te digo que te voy a picar por quererte burlar de mí?
-Intentadlo bufón- Al escuchar esto Rolando se abalanzó sobre el ibérico, pero lo atravesó y fue a estrellarse contra una roca.
-Vale tío, no perdáis tiempo.
Rolando lanzó un nuevo ataque, pero volvió a fallar cayendo al suelo.
-¡Qué hostias! Vamos a cerrar el trato mi empecinado amigo.- Nuestro héroe lo miraba estupefacto mientras se incorporaba, Benavides tomó un sendero y Rolando lo siguió aún incrédulo pero picado por la curiosidad de saber más de este extraño espécimen que decía venir de otros tiempos. Llegaron, después de un rato de caminar entre esa maleza negra a un paraje en donde había una pequeña construcción de piedra.
-Entrad- y así lo hizo el Ronaldo, era un pequeño cuarto con un artefacto raro en el centro de la pieza; era redondo con tubos herrumbrosos, oxidados por el paso inmemorial del tiempo; parecían tomas de agua, estaba hecho de un material parecido al cobre, el resto de la construcción estaba vacío, con excepción de la humedad, el musgo, una entrada de aire en el techo que se encontraba a seis metros del suelo de la construcción cónica y la puerta por la que apenas cabía Rolando y que Benavides tenía que traspasar agachado.
-Helo aquí- señalando al extraño aparato que semejaba una tortuga metálica, al mismo tiempo que decía sus palabras extraía un líquido amarillo-naranja.
-Tomad y seréis joven para siempre- Nuestro héroe tomó un trago de la sustancia aún con cierta desconfianza pensando que iba a probar un líquido desagradable con sabor a leche podrida o a té-chocolate ya caducó hace centurias. Después de haber degustado el líquido irrumpió una carcajada como hacía tiempo no lo hacía.
-Pero si es cerveza, ja,ja,ja,ja, ja, ja, ja y bastante buena por cierto, pinche gachupas que buena broma me hicistes.
-Ahora os diré las condiciones del hechizo; debéis de tomar al menos un vaso diario y no debes de dejar a nadie más probar el líquido, de lo contrario morirás y no habrá dios que te salve.
Ronaldo le siguió la corriente y todavía se empinó otras tres raciones del brebaje, después regresó por el mismo sendero hacia su casa tratando de memorizar cada árbol y pensando en su encuentro bizarro recordando las últimas palabras del español “Recuerda del hechizo”. Entonces Rolando caviló acerca de lo que era ese ser que se le había aparecido hacía poco tiempo.
-Realmente el gachupín era un fantasma, de lo contrario lo habría matado, además despareció en el aire sin dejar huella.
Lo tomó por el lado de que ahora tendría cheves gratis y hasta pensó en invitar a sus cuates, pero recordó la maldición que caería sobre él si alguien más llegara a beber de aquella pócima. Así pasó toda la noche cavilando sin poder dormir, incluso rechazó a su mujer cuando ésta le empezó a besar el cuerpo.
Al día siguiente, Ronaldo estuvo con “El Liendres” viendo el clásico del futbol mexicano, el América contra las Chivas de Gualadajara, tomando cerveza, sus amigos lo notaron ausente y las bromas llovieron sobre él:
-te veo triste pinche Ronaldo.
-te veo cansado carnal.
-si te agota tu vieja, pásamela- Esto último lo dijo “El Liendres” provocando que Ronaldo saliera de la casa haciéndose el digno y se dirigiera hacia el lugar encantado. La luz estaba empezando a disminuir y le costó algo de trabajo dar con la pequeña destilería; se sirvió un vaso y degustó contento mientras imaginaba como sería ser joven para siempre. Prendió un cigarro y se sentó en la entrada del mausoleo etílico, todos sus amigos envejecerían, sus caras quedarían arrugadas cual papiro, sus cabellos blancos como la leche de Zacatecas, sus fuerzas se verían disminuidas al igual que su potencia sexual, al llegar a esta cavilación soltó una risotada. También se imaginó a su cónyuge hecha ya una anciana, tendría que buscar una muchachona nueva. Imaginó como sería el futuro que nadie iba a conocer más que él, conviviría con sus bisnietos y los hijos de éstos. De pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos pasos, los cuales le hicieron suponer que se trataba del español, pero se llevó una sorpresa mayúscula al observar un cuerpo decrépito y horroroso que se acercaba a él. Era el ser más espantoso que había visto en su vida, su rostro era seco y arrugado como si fuera una pasa de color gris, sus pocos cabellos estaban en completo desorden, sus ropas desgarradas y polvosas, sus movimientos eran lentos y torpes, caminaba con dificultad. Ronaldo lo miró aterrorizado como quien mira una aparición no diseñada para nuestros ojos mortales y apuró su trago no dando crédito a lo que sus ojos veían. El repugnante espectro le habló con voz cavernosa:
-Has caído en la trampa del español maldito y no tardarás en unirte a nosotros- la voz pausada de la aparición exasperó a Ronaldo quien gritó:
-¿Quién eres tú?
-Soy una víctima engañada como tú, ¿crees qué podrás mantener en secreto la DEJ? Morirás más rápido ahora y tu alma estará cautiva al igual que la nuestra- Ronaldo volteó y se vio rodeado de criaturas similares entre las que reconoció a un conocido suyo que había sido amigo de su padre; lo miraba con una furia indescriptible, su aspecto no era como el de los demás, era de un hombre joven pero resentido y no tan maltratado como los otros esperpentos. Rolando salió corriendo con todas sus fuerzas escuchando risas macabras tras de si, un miedo indefinible se apoderó de él y sintió un gran alivio al llegar a su morada. Entró blanco, sudoroso y temblando, echó a su esposa a un lado y se fue a su recámara echando llave y se dirigió a llorar a un rincón en posición fetal. Ahora pensó más seriamente en el lío en el que se había metido y empezó a creer en todo lo que le había dicho Benavides, después de todo ya había probado que era un fantasma. ¿Cuántos humanos más habrán caído en la trampa? ¿Por qué nadie se había dado cuenta de que algo macabro estaba pasando en las faldas del pueblo guayabero. ¿Acaso todos los espectros se habían condenado unos a otros? Tal vez él había condenado al amigo de su padre y si esto fuera verdad ¿Quién será el que beba del artificio del español maldito y lo refunda para siempre en aquella especie de purgatorio infernal? Así siguió atormentándose toda la noche hasta que cayó dormido pensando como iría al día siguiente a tomar el elixir de la larga vida sin ser visto por ningún mortal. La desesperación se había apoderado de él durante varias horas antes de que Morfeo lo liberara por poco tiempo de su calvario mental.






“EL ESCAPES”


El Escapes siempre fue un tipo de malas costumbres. Su verdadero nombre era el de Rutilio González Martínez de la Serna, pero desde muy temprana edad se ganó su sobrenombre debido a su manía de condimentar el ambiente con fetidez.
Rutilio nació en el pueblo con línea directa de los indígenas de la región que le heredaron los cabellos en forma de púas y la piel morena tostada por el sol y algunos jiotes producidos por el mismo astro rey.
El Rutilio era muy joven e inocente aunque algo ladino cuando “La Chicles” llegó al pueblo a cambiar su vida. Inmediatamente hicieron muy buena amistad; de hecho fueron amantes mucho tiempo. El papá del “Escapes”, que también estaba en línea directa con los indígenas, era el dueño del único hotel del pueblo, que más bien debería de ser considerada como la única posada guayabera. Así que la primera vez que la “Chicles” entró en la cantina que hacía las veces de la sala de los inquilinos de la posada, el “Escapes” la abordó invitándole una cerveza y una plática sin muchos recursos, sin embargo, le ofreció alojamiento gratuito. Esa misma noche hicieron el amor frenéticamente, de hecho esa fue una de las pocas ocasiones que la prosti le permitió dormir a su lado toda la noche.
Entraron ya pasados de copas a la habitación, nuestro gaseoso amigo la besó apresuradamente como si quisiera consumar el acto antes de que la susodicha se arrepintiera dejándolo con el falo en alto. Él quiso tomar el control pero nuestra amiga de cascos ligeros lo aventó a la cama, “El Escapes” comprendió que a las mujeres les gusta llevar el control de lo que sea; “La Chicles” se le encimó al tiempo que le quitaba con gran destreza cinturón, pantalón y calzoncillos. “El Escapes” apretó sus nalgas con gran fuerza pero no pudo evitar que un maloliente aire se le fugara; su compañera ebria, por fortuna, no le dio mayor importancia y prosiguió con la maniobra de “encueramiento mutuo”. Lo montó sin escrúpulos durante varias horas hasta que se quedaron exhaustos dormidos uno junto al otro, pero eso no impidió siguiera el concierto de sonidos y aromas pestilentes. Al despertar, la “Chicles” levantó las sábanas percibiendo un olor que casi la hace volver el estómago.
-Pinche Ruti, te estás pudriendo por dentro ¿Pos qué comistes?-Rutilio solo farfulló dándose la vuelta para seguir durmiendo, mientras tanto Roberta, nombre de pila de la “Chicles”, se dirigió al baño a orinar, limpiarse entre las piernas y prepararse un gallo mañanero. El peculiar olor despertó a González quien le cuestionó acerca de lo que estaba fumando su más reciente concubina.
-mota, juanita, marihuana, pssssssssss, un toque hijo, pruébalo- dos caladas profundas del gaseoso.
-Suave, ta’ chida- respondió al tiempo que otro gas invadía la atmósfera del cuarto.
-Pinche Ruti, me cae que tas enfermo.
-La neta me da re harta vergüenza mi betita, pero el doc dice que no controlo mis quien sabe que madres, que lo que tengo es una enfermeda, pero el pinche tratamiento sale re caro y pus uno con que feria no.
-Chale, pos ora si que qué mal pedo ¿no? Ya me acostumbraré.
Desgraciadamente para Rutilio, Roberta jamás se acostumbró a su olor natural, por lo que las sesiones amorosas fueron disminuyendo poco a poco y la “Chicles” decidió iniciar un negocio propio vendiendo placer a quien lo solicitara previo pago, claro que le pasaba al “Escapes” una módica cantidad por el uso del cuarto. Se suponía que Rutilio González Sr. jamás se iba a enterar, pero siendo Tecojotlán de las Guayabas un pueblo tan chico, daba la impresión de que los secretos eran a gritos, así que el señor decidió cobrarse a su manera probando la mercancía a cambio de hacerse de la vista gorda; Así que “La Chicles” se tuvo que embolsar otro pene más.
El que si se habituó a algo fue el “Escapes”, que en poco tiempo le añadió a sus vicios la marihuana, la cual Roberta conseguía fácilmente pagando con su cuerpecito el cual estaba todavía muy bien formadito y menudito, no obstante el uso desmedido al que lo sometía. Con esta adicción la fragancia de Rutilio aumentó de tono considerablemente.
Así vivió semi-feliz durante algún tiempo. Su amistad con Pepe y Gumaro se hizo más fuerte y posteriormente conoció al “Liendres” y envició a Ronaldo, quien siendo cinco años más chico no formó parte del club en un principio. Fue cuando Ronaldo comenzó a frecuentar “Mi oficina” que Rutilio lo inició en las malas mañas, sobretodo la marihuana. Aquella vez estaba el “Escapes” al pie del guayabo cuando nuestro protagonista llegaba de trabajar.
-¿Qué pedo pinche escapes?
-¿Qué tranza?
-¿Qué haces guey?
-Por aquí nomás, mira pónchale, me cae que te pone bien suave.
-Nel, gracias, yo no le hago.
-Voy no que muy hombrecito, pos si nomás es un jalón.
-Cámara puto- y nunca lo hubiera hecho, el efecto que le causó fue de una hilaridad incontrolable, que aumentaba cada vez que Rutilio dejaba escapar un ruido de motocicleta por detrás, bailó, se trepó en el guayabo del cual cayó golpeándose la cabeza produciéndose un chipote bastante grande, sin embargo, le agradó el viaje y se volvió consumidor asiduo; esta nueva afición estrechó sus lazos con el “Escapes”.
Posteriormente vino el jolgorio de la boda de Ronaldo. El “Escapes” ya ebrio y marihuano le propuso matrimonio a una linda chica del pueblo a la cual había apenas conocido, él a sus 27 años ya sentía necesidad de sentar cabeza. Sin embargo, su fétida reputación, sus vínculos con Roberta y sus arraigadas costumbres hicieron que la linda chica del pueblo lo rechazara terminantemente. “El escapes” fue a llorar su desgracia a la posada e incluso trató de quitarse la vida, pero fracasó en el intento debido a la oportuna intervención de la “Chicles” quien al enterarse del rechazo fue a buscarle para ofrecerle su hombro. No fue difícil encontrarlo, simplemente fue siguiendo la estela que había dejado el rechazado en el aire y fue a dar hasta la posada, estaba amaneciendo ya; abrió la puerta y lo vio colgado de una cuerda, pero esta resultó ser muy larga y los pies le llegaron al suelo y por más que los doblaba le resultó imposible suicidarse. Roberta cortó la cuerda y le prometió que harían el amor más seguido, le dijo que el matrimonio no valía la pena, que todos lo querían a pesar de sus olores, etc y en efecto, todos lo querían, sobretodo Ronaldo, sin embargo, tiempo después él traicionaría ese querer.
Como Ronaldo trabajaba de sol a sol, un día el “Escapes” decidió hacerle una visita a Virginia con el pretexto de no tener en donde comer. Esta lo recibió muy amablemente y mientras le preparaba cualquier cosa Rutilio se le pegó en la parte trasera poniendo su erección en las bien formadas nalgas de Virginia, ésta gimió sorprendida y Rutilio le habló cariñosamente al oido, ella rió traviesamente. Él la empezó a besar y fornicaron sobre la mesa mientras una tortilla ardía en el comal, tuvieron un orgasmo acompañado de un sonoro estruendo, lo hicieron un par de veces más, pero ella le dijo que debido al olor Ronaldo podría sospechar, además a Virginia también le parecía insoportable el olor. Así el “Escapes” fue rechazado una vez más.
Al día siguiente, Ronaldo regresó a la pequeña fuente de la juventud, se sirvió un trago bebiéndolo con gran alivio, sintió como caía por su garganta refrescándolo momentaneamente. Gritó con todas sus fuerzas el nombre del español una y otra vez, cada vez con más rabia y coraje hasta que por fin recibió una respuesta. Benavides salió de la maleza parándose junto a un árbol, su semblante era mucho más macabro, su mirada tenía un toque entre burlón y malévolo, su boca mostraba una sonrisa de satisfacción como cuando alguien ha cumplido su trabajo como se esperaba.
-¿Qué deseais?
-que me liberes de esta maldición desgraciado.
-por esa nimiedad me importunas, la eterna juventud tiene un precio y ese es el de tu alma. Si nadie más bebe del DEJ serás joven y feliz para siempre, un bello inmortal campirano con el espíritu semivacío, descuida sólo viviríais con miedo mucho tiempo, pero ya te irais acostumbrando. Pero eso sí, si te llegases a descuidar y alguien bebiese de nuestro secreto...fijo morirais tío y yo tendré tu alma.
Ronaldo quiso enfrentar al espectro, pero este desapareció acompañado de una estruendosa carcajada. Sus gritos retumbaron por todo el lugar y decidió poner trampas alrededor de la construcción por si alguien llegara a descubrir el lugar, así se aseguraría de que nadie se acercase y lo condenase irremediablemente a la penumbra. Así que con esa idea se dirigió al pueblo en busca de las herramientas necesarias para la construcción de trampas dignas de un cazador, durante el camino eludió a sus amigos y conocidos quienes intrigados le cuestionaban que cosa le sucedía.
Una vez en su casa se dedicó toda la noche a la fabricación de uno de estos artefactos que podrían destrozarle la pierna a un oso si llegara a caer en ella. Ronaldo estaba como posesionado, con la mirada fija en su tarea y el sudor corriéndole por el cuerpo. Su mente estaba trastornada pero él tenía que permanecer tranquilo si quería seguir con su vida, con su interminable existencia. Virginia se le acercó para consolarlo al darse cuenta de su extraño comportamiento. Quería averiguar que le estaba sucediendo así que le preguntó por qué estaba tan raro y después de un rato de estarlo atocigando Ronaldo estalló levantándose y le gritándole fuera de si -¿Qué chingados quieres? Lo quieres verda- le dijo señalando su miembro. –es lo único para lo que eres guena.-concluyó.
La tomó y la jodió con fuerza descargando en ella toda la desesperación acumulada en su ser, Virgina gritaba y lloraba al ser utilizada sólo como artefacto sexual. Posteriormente la dejó y siguió con su trabajo hasta el amanecer mientras ella lo observaba sorprendida y asustada desde un rincón de la casa.
“GUMARO”


Él siempre odió Tecojotlán de las Guayabas, su padre era el presidente municipal, así que desde chico dio la impresión de saber lo que era el poder y se acostumbró a tener todo lo que quería sin que nadie le negara nada. Sin embargo, no todo era felicidad para él ya que su padre también estaba acostumbrado a tener todo lo que se le daba la regalada gana.
El papá era del Distrito Federal y se casó con una muchacha de buena familia del mismo lugar, pero debido a problemas con gente del partido oficial y por no cortar de tajo su, hasta ese momento exitosa, carrera política decidió aceptar el cargo y transladarse a Tecojotlán de las Guayabas con el cargo de presidente municipal. Su trabajo lo desempeñó correctamente, pero conforme pasaba el tiempo comenzó a saquear las arcas y a juntar una buena cantidad de ahorritos; no sólo de dinero sino también de culitos.
Siendo Gumaro un adolescente, muy poco antes de transladarse a nuestro pueblo en cuestión, antes de que su vida cambiara dramáticamente, de que cambiara su escuelita privada con niñitos bien a una escuela rural con niños desarrapados, antes de que todos los lujos y diversiones propias de la ciudad se transformaran en la paz y tranquilidad del campo. Antes de la partida al pueblo, Gumaro fue a visitar a su creador para pedirle algo de dinero y como siempre entraba en el despacho sin tocar la puerta, una costumbre bastante mala, lo encontró en pleno coito con la secre sobre el escritorio, para su buena fortuna ellos no lo notaron y siguieron con su acto. Esto lo impresionó bastante. Con el translado también le transladaron a la misma secretaria apodada Laurita que siguiendo el dinerito se mudó a Tecojo. También su madre conocía perfectamente el comportamiento extramarital de su marido y esto la desgarraba por dentro provocando sesiones de llanto que Gumaro también resentía, claro que el divorcio estaba fuera de discusión, como se iba a divorciar una dama de sociedad o una figura política. No había posibilidad de separación aún después de descubierto el engaño.
La naturaleza de Gumaro de conseguir lo que se proponía lo llevó a decidir que descubriría el sexo con la apetecible secretaria de su padre, además sería como un reto y para demostrarse a si mismo que podría llegar a ser mejor o igual que su progenitor.
De esa manera comenzó a asediar a Laurita con regalitos bañados con proposiciones indecorosas hasta que el interés volvió a triunfar y ella aceptó entregarle sus favores. Hicieron una cita y le pidió de favor a su nuevo amigo, “el Escapes” que le facilitara una habitación en su humilde hotel...y así se consumó otro capricho; disfrutando con una profesional de cuerpo escultural todas las delicias del sexo.
Posteriormente su amistad con Pepe se fortaleció, comenzaron a beber juntos, a conocer muchachas y ayudarse mutuamente, sobretodo cuando una desgracia se cernió sobre el pobre de Gumaro. La vida le jugó una broma pesada de muy mal gusto.
Su papá había tenido un desayuno con un capitalino miembro activo del partido, él los siguió pensando que irían a visitar a un par de chicas. A Gumaro le gustaba acostarse con las jóvenes con las que su padre había tendio que ver, era como una especie de deporte o hobby. Después de saludar cordialmente a Laurita con la correspondiente mirada lasciva se dispuso a espiar a su padre y cual sería su sorpresa al descubrir a su progenitor siendo fornicado sin ningún remordimiento por su socio, éste en cuatro puntos, sodomizado por el chilango, humillado por el partido. A partir de ese momento se entregó al alcohol destrozado por dentro. ¿Qué clase de monstruo era su padre? Al principio no se atrevió a contarle lo que había visto a nadie, ni siquiera a Pepe. Se volvió cliente asiduo de “Mi Oficina” y su caracter se hizo más duro. Este acontecimiento cortó con el buen humor que tenía en esos tiempos cuando se había anotado un punto arriba de su jefe, pero ahora todo se había desmoronado, decidió dejarlo ganar en la competencia ficticia y ya no meterse en terrenos tan pantanosos.
Poco tiempo atrás del tan emabarasoso descubrimiento el padre fue a visitar a Virginia tratando de conseguir su cuerpo a base del poder que tenía sobre los lugareños, sin embargo, Virginia casi recién casada lo rechazó, a ella nunca le habían agradado los viejos. Por supuesto Gumaro fue testigo de todo esto y poco después comenzó a cortejar a Virginia hasta que la encontró a solas lavando en el río. Él bajó hasta allí, le habló tiernamente mientras la miraba de frente realzando sus obvios atributos, sus senos se asomaban por su vestido dejando ver su magnificencia, él se agachó trás una mirada coqueta de Virginia y la besó con fuerza tomando sus senos con vehemencia, ella no se pudo resistir y levantó el vestido dejando que Gumaro la penetrara a placer. Esta fue la primera vez que engañó a Ronaldo y parace ser que lo disfrutó mucho.
La relación entre Gumaro y Ronaldo nunca fue muy estrecha; generalmente se reunían a últimos tiempos a beber en la cantina, jugar dominó y otros menesteres propios de la gente de campo. Sin embargo, debido a diferencia de posiciones sociales casi no intimaron, lo más que llegaron a tener en común aparte de los vicios fue a la pobre de Virginia.
Posteriormente se cerniría otra desgracia sobre Gumaro, en esa ocasión estaría involucrado Pepe, pero de esto hablaremos más tarde.
Ronaldo llegó a mediodía con un costal llenos de obstáculos sobre su espalda, lo primero que hizo al llegar fue empinarse un vaso y medio del elixir. Tuvo la sensación de que alguien lo estaba observando, que alguien estaba siguiendo todos sus movimientos, miró a su alrededor pero no encontró a nadie. Le mentó la madre al viento y comenzó su tarea de crear una pequeña fortaleza alrededor del lugar, colocó las trampas metódicamente tratando de recordar y memorizar exactamente el sitio de cada una ya que estaban perfectamente camufladas como si se tratara de una zona minada en algun rincón conflictivo del globo terráqueo. Cualquiera de las trampas podría destrozarle la pierna a cualquier incauto que se acercara, así se tratara de su propia madre. Otras trampas tenían la facultad o la gracia de dejar colgado a cualquiera que las pisase.
Terminó satisfecho su trabajo y se dispuso a embriagarse con el líquido. También decidió encender un cigarrillo de marihuana para calmar sus nervios. Pensó que si podía mantener el lugar seguro y vigilado su recompensa sería magnífica, grandiosa, magnánima; una inyección de optimismo le corrió por el cuerpo. Sin embargo, estaba resignado a que tarde o temprano quedaría a merced del tal Benavides, la cuestión era tratar de disfrutar la máximo la maldición y sacar provecho del don que se le había proporcionado. Trataría de enterrar al pueblo entero, incluyendo a los más pequeños y vivir por lo menos tres generaciones más. Por lo menos hasta que la civilización alcanzara y se tragara su refugio.
Se le ocurrió otra nueva idea, tal vez si moría de alguna otra manera, entonces tal vez su alma no quedaría presa del español, tal vez si se suicidara o si alguien más lo matara posiblemente quedaría excento del hechizo y se rompería la cadena, ¿Cómo no lo pensó antes?
Regresó a su casa pensando en su nueva idea, que sería lo que preferiría a la larga y a la corta también. Renunciar a la inmortalidad quitándose la vida o arriesgarlo todo por vivir para siempre. Realmente era una desición muy difícil. Por supuesto los únicos capaces de aclararle sus cuestionaminentos eran Benavides y los condenados, fuentes que no eran nada confiables, así que siguió dándole vueltas al asunto sin llegar a ninguna parte ni saber si realmente habría alguna forma de romper este puto encantamiento rural.
“PEPE”


Pepe nació en el inmundo pueblo guayabero, hijo de españoles refugiados quienes fueron a dar al pueblo por azares del destino, digamos que diferencias entre comerciantes españoles en la capital los obligaron a seguirse moviendo. Una vez que alcanzaron Tecojotlán pusieron una tienda de abarrotes la cual dio buenos dividendos e hizo que la familia prosperara y se desahogara económicamente.
Pepe siempre fue el más centrado del grupo; serio retraído, tímido y daba una impresión de madurez, esto aunado a que era el más atractivo del grupo le hizo la vida un poco más fácil.
Su vida tomó su primer giro violento cuando siendo él un adolescente viajaron a España a saldar viejas cuentas, más nostálgicas que necesarias y de paso pagar tributo a la madre patria. La hermana de Pepe que era un poco mayor, se sintió un poco desilusionada con respecto al lugar en el que moraban después de haber visto ciudades como Madrid y Barcelona. Además siendo ella una chica muy bella, decidió huir de su casa empacando su belleza para buscar fortuna como modelo en la capital mexicana. Y así lo hizo, tal como lo planeó. Una vez que regresaron, ella preparó sus maletas y emprendió la graciosa huída secretamente. Allá tuvo que hacer uso de su virginal cuerpo para abrirse paso entre el mercado hasta que consiguió una posición que le permitió vivir bien sin la necesidad de acudir a sus padres, pero desgraciadamente no era esa la vida que ella esperaba por lo que se casó con un capitalino ricachón y se olvidó de sus aspiraciones en el mundo del modelaje.
Fue cuando se hizo amigo de Gumaro que Pepé se inició en las malas artes y el alcohol. Por ejemplo, fue el mismo Gumaro quien le aconsejó que asediara a Virginia. Sin embargo, debido a su carácter reservado, no la perseguía correctamente; hasta que un día que el Pepe estaba por cerrar la tienda llegó la susodicha con el pretexto que le enseñara a utilizar cierto aparato electrodoméstico moderno, Pepe accedió inocentemente y cuando se dio cuenta ya estaba enfrascado en un violento beso que terminó en un coito sobre las latas y legumbres y alguno que otro frasco roto.
Posteriormente Gumaro le presentó a Laurita y le fue mucho más fácil y sencillo echársela al plato, además él conocía perfectamente la situación en la cual se encontraba el papá de Gumaro, ya que él era el paño de lágrimas de su amigo al cual ayudaba a ahogar sus penas con botellas etílicas que robaba del changarro. De hecho un día entre el calor de un ron con refrescos varios se enteró de las aficiones homosexuales del señor dador de vida del Gumaro, hecho que lo dejó bastante impresionado como todo secreto inesperado y perturbador que alguien descubre como la anciana que resulta ser la asesina en una novelita de misterio. Pepe se sintió mucho más comprometido hacia la amistad que le brindaba Gumaro.
Llevaba ya varios días alcoholizándose en “Mi Oficina” cuando llegó Pepe a buscarlo, se tomaron unas frías hasta que Gumaro le confesó la verdad.
-¿Qué te pasa pinche Gumaro, te veo cabisbajo, la neta es que no te entiendo, tienes todo, viejas, lana, cuates, desmadre.
-no pinche Pepe, tú eres el que lo tienes todo.
-nel, tú eres el que tiene las palancas y el poder.
-sí, cabrón pero tú no tienes un jefe puto, las palancas y el poder vienen de las puterías de mi jefe. ¡Chingada Madre!-al decir esto Pepe se quedó estupefacto y no supo de que manera consolar a su amigo. Lo acompañó en su peda toda la noche durante la cual Gumaro lloró y le contó con esos lujos que provee el detalle lo sucedido.
Sin embargo, Pepe también tenía sus propios problemas; además de haber perdido una hermana en las profundidades del concreto, su padre ya viejo lo empezó a presionar para que se hiciera cargo del negocio familiar de tiempo completo, básicamente era su turno de laborar para hacer descansar al progenitor. Por supuesto esto lo molestó en demasía ya que le cortaba toda la libertad al la cual estaba acostumbrado y si le sumamos el alcoholismo de su padre y la actitud sumisa de la madre podríamos sacar a conclusión la tremenda inconformidad de Pepe. Éste empezó a planear la manera de independizarse y salirse de su casa siguiendo los pasos de su hermanita. La única forma de conseguirlo era contrayendo nupcias con una muchacha de buena posición económica por lo que se dio a la tarea de buscar una esposa cándida y servicial que le permitiera seguir con su vida de bohemia y peda sin igual. Por supuesto Gumaro sintió una especie de celos, pensó que perdería a su gran amigo, que Pepe estaba buscando algo que él no podría darle jamás, más sin embargo, terminó por comprenderlo y ayudarlo.
No podía hacer menos por su amigo después de todo el apoyo que recibió de éste en los momentos de crisis; sobretodo cuando Gumaro descubrió las puterías de su padre.
Posteriormente Gumaro conció a una muchacha recién llegada a Tecojotlán; Mercedes, una linda chica de Tierra Blanca Zacatecas, de cabellos rubios y una carita inocente. Su familia era de una posición desahogada económicamente. No obstante lo anterior, ella estaba muy interesada en llevar una vida plagada de lujos, dinero y poder, por eso no le importó cuando Gumaro se dio a la tarea de enamorarla. Parecía embrujado con esa carita de ángel y ese cuerpo de primera línea, parecía una nereida cuando bajaba al río a contemplar su reflejo en el agua. También Pepe dio una opinión positiva con respecto a la nueva moradora del pueblo chico que daba la impresión de contener un infierno grande.
Sin embargo, debido a los problemas que enfrentaban tanto Pepe como Gumaro comenzaron a salir los tres a todas partes. Meche siendo una inocente muchacha pero con sobradas ganas de divertirse no le importó gran cosa la situación. Como tampoco le importó empezar a beber desde jarritos y curados de guayaba hasta tequila y mezcal con todo y gusano. También se echó sus gallos, experimentando cualquier cantidad de cosas que la llevaran un poco más allá de la realidad. Lo que no le permitía a Gumaro es que le robara su virginidad, siempre le daba largas mientras coqueteaba sutilmente con Pepe, quien se sentía mal al darse cuenta que él era el preferido de mechita. Sin embargo, volvía a casa y se enfrentaba a la problemática de sus prgenitores Macho-borracho y Luisa-sumisa y tenía la necesidad de escaparse y lo hacía a través del alcohol. Alguna que otra vez se fumaba un gallo de marihuana con Pepe y Mechas en la punta.
Virginia por alguna razón le negó más favores y además que el Pepe sentía gran simpatía por Ronaldo. De hecho, fue el mismo Ronaldo quien lo acompañó de farra cuando Gumaro le informó que se iba a casar con la blanca zacatecana. Pepe le confesó a Ronaldo y a la “Chicles” que la linda Mercedes le inspiraba amor, ternura y pasión. Mas sin embargo, Gumaro era su mejor amigo y no le podía fallar. Aquella noche terminó fornicando con la “Chicles” en estado catatónico.
Ronaldo llegó como todos los días posteriores al descubrimiento por su dosis de conservación. Apenas había dado un sorbo al líquido de anti-vejez cuando detrás de él se lazó la figura de Benavides; en esta ocasión con un rostro diabólico, una expresión fría y dura como una roca. Esto le enchinó el cuero a Ronaldo que se supone se había ya acostumbrado al miedo.
-contestaré tus dudas estúpido mortal, ya que así lo queréis, si por alguna circunstancia ajena al DEJ llegaráis a morir, de cualquier manera tu alma quedaría en mi poder, estáis a mi merced. Lo único que te puede salvar es la inmortalidad. Que te he jugado una buena broma- dicho esto se esfumó en el aire sin dejar rastro alguno, ni siquiera alguna huella en donde se suponía estaba de pie. Al final lanzó una carcajada siniestra que llenó de coraje a Ronaldo.
Esa misma tarde mientras Ronaldo esperaba el crepúsculo sentado sobre una roca un poco ebrio y deseperado salió a su encuentro un peón de algún pueblo vecino. Éste le pidió amablemente un trago de su bebida para mitigar su sed pero lógicamente Ronaldo le dijo que se largara.
-buenas tardes patrón, me podría dar un trago de su cheve, es que el pinche calor estuvo duro.
-Lárgate por donde vinistes.
-Por favor patrón, nada le cuesta-insistió el peón ya molesto y sin comprender la razón de la negativa.
-ya te dije que te largaras hijo, estás perdiendo tu tiempo- contestó Ronaldo con un sentimiento mezclado de preocupación y enojo al ver que realmente cualquiera podría dar con el refugio doriangrayesco.
-¿Qué te pasa pinche mamón? Te voy a partir la madre la neta si no me das de tu chave- dicho esto nuestro héroe se sintió amenazado y sacó su puñal lanzándolo contra su interlocutor partiéndole la frente en dos mitades.
Benavides salió literalmente de la nada flotando por los aires mostrándole su rostro malévolo con una gran mueca de burla en él. El español estaba consiguiendo hacer de la vida de Ronaldo una pesadilla, ahora lo había hecho que matara para sobrevivir, cosa que el guayabero jamás había hecho ni tenía pensado hacer jamás; sin embargo allí estaba la prueba, el joven ensangrentado tirado inerte en el suelo. Una vez más Ronaldo se sintió el ser más desdichado sobre la tierra. Pobre de mí, pensaba en voz baja sabiéndose condenado al mirar el rostro húmedo de sangre del peón al que acababa de aniquilar. A pesar de que Ronaldo no tenía grandes convicciones religiosas, sí creía en un Dios omnipotente y castigador y estaba seguro de que aunque consiguiera escapar del hechizo del DEJ Dios lo estaría esperando al final del camino o a la salida de esa dimensión de oscuridad para patearle el culo mandándolo a un infierno indescriptible lleno de castigos indecibles propios de los asesinos, violadores y herejes. La resignación sonaba como el camino más viable a seguir.
“EL LIENDRES”


Originario del pueblo siempre se distinguió por ser el mierda y el oportunista del club. Su verdadero nombre era el de Salvador de la Vara lo cual como es de imaginarse siempre le causó problemas debido a la cantidad de chistes que le llovían encima y de bromas que se jugaban alrededor de su persona. “Salvame esta vara” “Salvador de la te sientas” “Ayudante de los genitales masculinos” “Consolador” y algunas otras frases ingeniosas que lo molestaban. Él se defendía pretextando que su apellido era de alcurnia y que los demás lo molestaban por envidia.
Era un tipo jugador y parrandero por naturaleza y desde muy chico vivió metido en contratiempos debido a sus trampas y malas jugadas. Su infancia estuvo plagada de problemas de disiplina. Sin embargo a sus padres no les importaba gran cosa el hecho de que su hijo se estaba convirtiendo en un malechor o malandro por lo que él pudo continuar con su vida nada ejemplar.
Su nuevo sobrenombre se lo colocó “La Chicles” después de un round amoroso en el que se percató de los pequeños bichos que moraban en el pubis del Parador de la Vara. Beta se encargó de gritarlo a los cuatro vientos llegando su voz por todos los recovecos del pintoresco pueblo guayabero, cosa que realizó por venganza al verse infectada por los parásitos. Sin embargo, por andar de rencorosa y ladina, perdió mucha clientela por algún tiempo ya que todo el mundo tenía miedo de ser víctima de los efectos del padeciemiento iniciado por Ladrador. Así que los dos se tomaron un afecto negativo.
“El Liendres” a pesar de sus esfuerzos nunca pudo meterse entre las bragas de Virginia, esta lo rechazó a) por miedo, b) por la ignorancia hacia una nueva enfermedad que ella desconocía por completo pero que sabía que había matado gente en otros países lejanos y c) porque el “Liendres” era muy boca floja, cosa que desagrada de sobremanera a las mujeres que practican el adulterio de manera regular. Esto provocó que “el liendres” fuera más insistente y levantara sospechas; esto aunado a su fama de traidor, lo cual también la había costado una cicatriz en el rostro producto de una riña con un trailero, logró levantar la desconfianza por parte de Ronaldo hacia su persona.
En muchos chismes y contratiempos que se sucitaron en el pueblo guayabero, él estuvo involucrado, metiendo cizaña entre Pepe y Gumaro, Ronaldo y Virginia, “La Chicles” y “El Escapes” etc. De hecho siempre le tuvo envidia a Ronaldo quien empezó a desconfiar de él cuando días antes de su boda con Virginia éste se le acrecó para tratar de disuadirlo de la unión con la femina.
-chale pinche Ronaldo, no te cases con esa vieja, es re puta, se me hace que con todo el pueblo le ha puesto.
-bájale de huevos pinche liendres, a nadie le consta guey, ademas está re chavita.
-hazme casi hijo, no creas que te lo digo nomás porque sí.
-ya estuvo hijo, es mi vieja y se acabó y no andes hablando mal de ella loco porque te parto tu madre- Ronaldo lo mandó a la chingada por primera vez y no sería la última y aunque “El Liendres” tenía algo de razón aún sin saberlo, Virginia nunca le puso el cuerno antes de la boda y de hecho le entregó su primera vez al protagonista de esta tragicomedia mexicana en varios actos.
Sin embargo, el andar de fisgón y metiche le sirvió de algo para su miserable vida, fue una tarde que siguió entre los guayabos al quierido presidente municipal y a un trajeado de la capital cuando aseguró su futuro en lo económico al menos.
Él estaba seguro que los sorprendería en un algún acto ilícito como tráfico de drogas o corrupción de alto nivel. Hacía algún tiempo que se le había hecho costumbre al Nalgador llevar una cámara fotográfica lo que era una buena idea para él ya estaba siguiendo gente importante del pueblo. Pero cúal sería su sorpresa cuando el trajeado comenzó a acariciar al presi y posteriormente le bajó los pantalones seguidos de los calzoncillos y presenció un acto homosexual en pleno. Rápidamente tomó unas instantáneas como pruebasen donde quedaron impresos hasta los rostros asombrados de los dos amantes. De ahí subió el nivel de vida del “Liendres” quien se aseguró de esconder bien las evidencias y de que si algo le llegara a suceder, digamos la mierte imprevista por algún accidente maquiavélicamente planeado, todo el mundo se enterara de las costumbres putescas del amado presidente municipal destrozando por completo lo poco que queda de su carrera política y si no conseguiera que todo el mundo se enterara por lo menos todo el estado.
“El Liendres” nunca se casó, pero sí vivió mucho tiempo en compañía de una mujer cuyo nombre era Laurita. Efectivamente la mismísima secre del presidente municipal, no es que haya sido parte del chantaje pero ésta una vez que se percató que la enfermedad que daba el mote a Chava ya había desaparecido y había aparecido en cambio cierto sobre con ciertas copias de ciertas fotos sobre el escritorio del presidente con el remitente a nombre de Salvador de la Vara, se hizo su amante y de hecho se fue a vivir con él. De todas maneras, los gastos de ella eran sufragados por la cabecera municipal y ella sabía que mientras existieran esas fotos y siguiera vivo su concubino estaría asegurada. Esta mujer se había abierto paso por la vida gracias a su escultural cuerpo que ya había pasado por tres oriundos guayaberos antes de establecerse con “El Liendres” quien la trató bastante bien dándole su lugar como si fuera su misma esposa.
A pesar de que su vida cambió con la llegada de su mujer que lo satisfacía al cien por ciento nunca cambió su costumbre de espiar a la gente y ahora se dedicó a escudriñar la vida de Pepe y Gumaro pensando que tal vez tendrían las mismas costumbres que el padre biológico de Gumaro.

Ronaldo enterró el cuerpo y se preguntó que sería del alma del desafortunado viajero, pero no se podía arriesgar de ninguna manera, tal vez tendría que matar a todo el pueblo antes de ceder ante la perdición. Vivir o morir condenado. Esa noche decidió seguir emborrachándose y dormir un poco bajo el manto de las estrellas, al fin y al cabo el DEJ nunca escasea en su producción etílica.
Poco después de media noche tuvo una visita, hasta cierto punto inesperada, pero a esas alturas del partido cualquier cosa podría suceder y no sorprenderlo. En esta ocasión el que se le apareció fue el amigo de su jefe (padre). Él había sido un recolector de guayabas que había desaparecido hacía poco tiempo sin dejar huella alguna. Ronaldo lo reconoció, lo había visto cuando lo visitaron toda la legión de espíritus y no le había gustado la manera en que lo miraba en aquella ocasión. Esta vez estaba mucho más cadavérico, le faltaban pedazos de piel y el pelo se le caía a girones, su color se estaba tornando en el mismo gris que había visto en los otros espectros, estaba convirtiéndose en un ser horrible y mosntruoso.
-no te culpo, fuistes engañado igual que yo, me condenastes a vivir en este purgatorio con el español maldito, ahora mi alma nunca encontrará la paz, pero ya te perdoné, porque sé que tarde o temprano estarás con nosotros.
-perdóneme, no sabía que condenaría a alguien-respondió Ronaldo al tiempo que lloraba lágrimas de alcohol.
-sólo espero que tú sí nos puedas salvar, que encuentres la forma de matar a Benavides.
-pero ¿Cómo?
-no lo sé, si lo supiera no estaría penando idiota.
-debe de haber alguna manera.
De pronto la conversación se vio interrumpida por el estruendo de un caballo, era Benavides en su corcel negro, cada vez más endemoniado hizo desaparecer al difunto y maldijo de nueva cuenta a Ronaldo como si ya disfrutara de su alma mordiéndola con sus dientes negros de odio.
Ronaldo quedó inconsciente tumbado sobre el pasto escaso que había alrededor de la destilería, por lo menos ese día podría descansar en paz y escaparse de su horrible realidad.
-Ya pensaré en algo, ese maldito español no se saldrá con la suya, lo voy a acabar auqnue sé que podría ser lo último que hiciera en mi pinche puta vida, pinche Ronaldo, ora sí que la hicistes buena- alcanzó a decir para si mismo mientras todo le deba vueltas a su alrededor y sus párpados se negaban a permanecer abiertos, estaba bastante ebrio.
“VIRGINIA”


siempre fue una niña tímida y reservada, inocente e ignorante, dulce y curiosa pero sobretodo ignorante debido a la poca educación y pobreza de sus padres quienes también laboraban en la recolección de guayabas, el producto lider de la región; al igual que su hija tembién eran inocentes e ignorantes, tímidos y reservados, pero no tan ducles ni tan curiosos, sino más bien chapados a la antigua a la usanza de cualquier familia de descendencia más indígena que española habitantes de estos pueblos semi olvidados por las manos del gobierno. Virginia casi nunca salía de su casa a no ser que fuera a algún mandado como sacar la leche de la tienda, ir por el pan y otros menesteres propios de la casa.
Cuando cumplió quince primaveras inició sus labores en los campos guayaberos y allí fue en donde se percató que había un muchacho fuerte y atrevido que la miraba insistentemente sin poder reconocer que la mirada esa lasciva y voluptuosa provocada por el vestido aguado y la falta de brassiere. Así que cuando Ronaldo se acercó por primera vez se enamoró de sus pequeños pero bien formados senos que se asomaban por el vestido. Ella se sonrojaba sin razón aparente y él comenzó a memorizar los horarios de cuando ella salía a hacer algún mandado, logró aprenderse la hora del pan, de la leche, té, chocolate o guayabas. Un día él la besó y ella le dijo que se casaran para poder descubrir el sexo, de otra manera ella no aceptaría entregarle su castidad. Él conocía el sexo ya de a atrás tiempo, pero a pesar de todo accedió y se hicieron los preparativos de la boda la cual se desarrolló en medio de borrachos, cohetes, chismes, un intento de suicidio, un novio que tuvo una erección durante la ceremonia religiosa y después en intervalos de diez minutos, una novia virginal que lucía espléndida, gases, bailongo, mariachi, tequila y por supuesto curados de guayabas. Ronaldo sólo deseaba salir de allí y llevarse a su ninfa revozante de juventud, frescura y por supuesto una vagina inmaculada. Esa noche sintió el miembro de Ronaldo quien la penetró dulce pero firmemente sin darse cuenta de que estaba convirtiendo a Virginia en una ninfómana. Después de disfrutar el pene de Ronaldo por ciento y una noches comenzó a fantasear con los penes ajenos y así bajo la mínima insinuación cayó rendida ante Gumaro, “El Escapes”, Pepe, incluso un trailero que repartía gallinas, lo hiceron en la parte de atrás entre plumas y huevos. Sin embargo, ella todavía quería a Ronaldo, fue él quien la enseño a realizar todo lo que sabía, y ahora lo veía tan extraño que se empezó a preocupar, además “El Liendres” seguía tras de sus huesos (no precisamente) y ella sabía que no se podía defender por mucho más tiempo y la boda de Gumaro y Mercedes ya estaba muy próxima y su marido no daba señales de mejoramiento.
Incluso fue a consultarle a “La Chicles” de que manera podía volverlo a la normalidad. Intercambiaron poses, la chiclosa dando una catedra kamasútrica y la ex-virgen atendía como una ávida estudiante. Una vez caliente la plática pasaron del dicho al hecho y así Virginia experimentó su primera relación lésbica y su primera relación con la marihuana, no así la Chicles que ya era versada en las dos materias y le procuró un sexo oral que Virginia jamás olvidaría. Por supuesto siguió frecuentando a “La Chicles” tanto para pedirle consejo como para seguir con relaciones exuales y con la marihuana. Hasta que un día “La Chicles” le empezó a cobrar tanto las enseñanzas como la droga.

Ronaldo regresó a su casa bastante crudo, con la resaca moral que nos pesa mucho más que la física a la que sólo basta un par de cheves y algún caldo picoso o picante, que no es lo mismo, para aniquilarla por completo, pero con la resaca moral...Ese es otro asunto muy aparte, esa se queda impregnada en la parte de atrás de tu conciencia esperando, acechando, lista para recordarte tus errores cometidos debido a tu falta de principios y finales. Virginia lo recibió cariñosamente pero Ronaldo y su cruda moral la rechazaron dirigiéndose hacia la cocina por un vaso de agua que por lo menos apaciguara la cruda física.
-mañana es la boda del Gumaro y la Meche.
-a mí que chingados me importa.
-son tus amigos Ronaldo.
-lo sé, ahora déjame dormir un rato.
-vamos a coger Ronaldito, hace mucho que no cogemos, mira, inventé unas nuevas posiciones y ahora no me quieres ni tocar.
-no me estes chingando-le contestó Ronaldo mientras se acomodaba para dormir, mientras Virginia se sobaba la vagina tratando de calmar el ardor y la picazón que sólo satisfacía con penes, otras vaginas, dedos, lenguas y ectéteras ajenos.
Mientras tanto, Pepe se encontraba con Meche por alguna casualidad del destino caprichoso cerca del plantío. Sus caras se llenaron de sorpresa acompañada de una sonrisa lo más ámpliamente posible. Quizás fue en ese momento en que se dieron cuenta de que estaban enamorados. Quizás en ese reconocimiento de profunda alegría que sintieron al encontrarse. Sin embargo, de inmediato sintieron un dejo de culpabilidad al recordar a Gumaro y saberse atraídos irremediablemente. Pepe le planteó la situación con palabras que salieron desde algún rincón profundo de su cuerpo. Ya no lo podía ocultar más. Se besaron. Él le levantó la falda e hicieron el amor al pie del guayabo con una intensidad mágica. Mercedes le había entregado a Pepe lo que le correspondía a Gumaro según las reglas convencionales de una sociedad mexicana. Después decidieron escaparse pensando que su amor era uno de esos de las novelas románticas que tanto fascinaban a Meche y que podrían vivir lejos de todo y de todos mientras se tuvieran el uno al otro y de pronto todas las cursilerías dejaron de serlo y con escaso equipaje salieron rumbo a la carretera después de que Pepe se autorobó en la tienda. Desparecieron en un camión de redilas que se dirigía hacia la capital monstruosa del país. El problema estuvo en que “El Liendres” se dio cuenta de que Pepe y Gumaro no eran jotos, sino que babeaban por la misma mujer, una linda zacatecanita. Así que fue con Gumaro y le platicó todo lo que había visto a la sombra del guayabo. Por supuesto Gumaro no le creyó, pero al iniciar sus averiguaciones “nomás por no dejar” confirmó lo dicho por Vara cuando nadie sabía nada de los dos prófugos de la sociedad y algunas prendas y una maleta habían desaparecido también como la lana de la caja de la abarrotera que permanecía cerrada bajo el sol estival. Sintió que el mundo se le desplomaba bajo sus pies, rabia, ira, frustración, verguenza, humillación, todo cruzó por cabeza. Un hombre fuera de sí y con poder es bastante peligroso. Gumaro comenzó a mover sus influencias y su dinero de inmediato y las siguió moviendo hasta que poco tiempo después dio con el paradero de los amantes furtivos; estaban viviendo en un pequeño pueblo cercano a Cuáutla. Sus vidas terminaron con una misteriosa explosión de gas. Nadie nunca hubiera sospechado nada de no ser por la nota que dejó Gumaro explicando la traición de la que fue objeto, incluyendo el escándalo pueblerino de la boda cancelada a pocos días de celebrarse. Gumaro confesó el asesinato que cometió, aunque sin detalles y de una manera muy vaga, pero los polis tuvieron que recoger la cabeza de Pepe en el otro lado de la calle, su cuerpo quedó irreconocible, una masa chamuscada y sin cabeza. Meche también quedó incompleta y de color negro. Parece ser que los dos murieron inmediatamente y sin mucho dolor, con la única excepción de la sensación de su sangre y cuerpo hirviendo rápidamente. Para rematar su faena, Gumaro divulgó la homosexualidad de su creador quien se vio severamente afectado tanto política como emocionalemente. Al “Liendres” le salió el tiro por la culata. Gumaro amaneció un día bañado de sangre en su tina, sus muñecas habían sido cercenadas por él mismo. Pocos días después su padre apareció sobre el escritorio de Laurita, quien abandonó al “Liendres” al siguiente día, con un agujero en el cráneo. Laurita se volvió frígida a partir de ese momento. La esposa salió del pueblo en compañía consoladora de otro trajeado de la capital.
En el inter de aquella tragedia que sucedía a sus amigos, Ronaldo creía haber ideado la manera de acabar con el español maldito. Si lograba hacer que el bebiera del líquido procedente del DEJ tal vez el efecto se invertiría quedando todas las almas en libertad y la de Benavides condenada al limbo para siempre o por los siglos de los siglos. Se dirigió hacia la destilería después de estar formulando su plan para engañar a su enemigo durante días. Estaba seguro que lo conseguría auqnue se le fuera la vida en ello, no sólo conseguría la salvación de su alma sino la libertad de todas las almas engañadas por el español desgraciado a lo largo de 500 años. Tomó un trago del elixir, que ya lo había acabado de convertir en alcohólico y caminó por entre la hierba cuando escuchó un ruido espantoso que parecía ser un grito de su mujer. Corrió a verificar y encontró a Virginia con el tobillo destrozado y atrapado en una de sus trampas que bien podría haber tirado a un oso. Ronaldo la consolaba cuando se apareció Benavides como siempre repentina e inesperadamente. Sabía que su esposa se estaba desangrando, casi tenía el pie separado de su cuerpo y la “hemorragia bonita de pierna chiquita” estaba drenándole la vida lenta y dolorosamente. Ronaldo sabía que su esposa moriría si no le daba el elixir, pero no sabía a ciencia cierta si eso detendría la hemorragia. Pensó en tratar de engañar a su enemigo primero y le ofreció su alma a cambio de que le diera un trago al líquido, el ibérico titubeó ante tal inusual proposición mientras Virgina deliraba, estaba a punto de perder el conocimiento.
-mi esposa se muere pinche español de mierda, dale un trago para que yo me pueda morir con ella, la inmortalidad no me interesa si ella muere por mi culpa.
Benavides siguió pensando como si esperara a que pasara algo que no estaba en sus planes, Ronaldo trataba de que Virginia se mantuviera despierta, sabía que en el momento en que se desmayara jamás volvería a despertar. De repente, Ronaldo se sintió desfallecer, cayó de rodillas, se sintió débil como si se le estuviera yendo la vida, miró a su esposa desangrándose llorando una lágrima solitaria al comprender que ella estaba inconsciente y él agonizando. ¿Lo había conseguido? ¿Había Benavides tomado de la copa del diablo? Lo buscó con la mirada y lo miró erguido, triunfante y victorioso con una sonrisa suficiente y malévola. Volteó la vista hacia el DEJ y se le heló la sangre. Quiso gritar pero el terror y la desesperación se lo impidieron, cayó de bruces y desde el suelo agonizante observó oprimido al “Liendres” bebiendo del elixir seguido por “El Escapes” y “La Chicles”. El desgraciado de la Vara había seguido a Virginia para acosarla cuando descubrió el DEJ, Virginia venía siguiendo a su esposo para averiguar el por qué de su comportamiento y aclarar todos los acontecimeintos sucedidos en aquellas fechas. “el Escapes” y “La Chicles” venían siguiendo al Salvador del Palo porque querían averiguar el por qué de su enriquecimiento repentino y saber si se podía participar de alguna forma en lo que estaban seguros era una movida chueca. Ronaldo no sintió más su cuerpo, lo vio inerte mientras flotaba convertido en una alma en pena, en un fantasma parte de un sembradío de guayabas encantado, también vio como discutían chava, beta y Ruti. Benavides rio estruendosamente mientras su expresión cambiaba y se volvía monstruosa y sus ojos como carbones encendidos. Ronaldo vio el horror y la maldad en toda su expresión por primera vez en su existencia. Ronaldo alcanzó a ver también como “El Liendres” y “E Escapes” se desplomaban ya sin vida, serían sus eternos compañeros ahora. Los cuerpos cayeron pesados mientras Benavides se presentaba amablemente con una “Chicles” anonadada. Ella había bebido de la cerveza al último.

OSWALDO PEREZ CABRERA