domingo, 10 de enero de 2010

Sibiu



Rumania

Drogas duras



Un problema para los jóvenes. Legalización es la única solución.

Putas olimpiadas para ricos


Las olimpiadas son todo menos eso: Justas. No me refiero a todas las drogas sintéticas que utilizan los atletas y sus métodos para esconderlas de los exámenes con el objetivo de alcanzar un mayor rendimiento.

Tampoco me refiero a otros escándalos que incluyen las edades de los competidores y el desvío de recursos económicos. Tampoco hablemos de la plataforma política en que se ha convertido esta competición mundial como lo fuera en el Berlín nazi de 1936.

La matanza que hubo en Tlatelolco previo a los juegos de ese año en la ciudad de México, los boycotts de Rusia en el 80 y de Los Ángeles en el 84 son sólo muestras de las situaciones politizadas que acompañan a este mundialmente famoso acontecimiento. Existen otros matices que hacen de este evento por decir lo menos, controversial.

Gentrificación

Las Olimpiadas modernas desplazan a los pobres y terminan con una gentrificación de la población. Sirven para dar paso al desarrollo de capitales que finalmente beneficiarán sólo a unos pocos. Los que tienen capacidad para hacer negocios gracias a sus recursos económicos serán los principales favorecidos.

Los inversionistas y mega corporaciones ni siquiera tienen que desembolsar grandes cantidades de dinero ya que nosotros financiamos la mayor parte de los juegos a través del pago de nuestros impuestos. La ciudades sede siempre salen con pérdidas, los presupuestos se disparan, nunca se respetan y siempre se acaba en déficit. Las empresas constructoras también se aprovechan mientras los políticos presiden el teatro (¿favores y comisiones?)

Algunas fuentes calculan el costo de los juegos en 6 billones. Inicialmente se proyectaba su costo entre 1.6 y 2 billones de dólares. Seis billones de dólares que se podrían usar en vivienda accesible, en construir más centros de rehabilitación y en mejorar los sistemas de salud y educación, y terminarán siendo destinados para el gran suceso.

El NPA cuando controlaba City Hal entregó de forma secreta 100 millones de dólares (nuestras contribuciones) a Millenium Development Corporation para completar la Villa Olímpica.

El nuevo alcalde ha prometido mayor transparencia.

Es incierto lo que hará Gregor Robertson para “controlar” a los individuos que habitan en el Downtown Eastside. Pero la seguridad de los juegos olímpicos está a cargo de VANOC quienes controlarán hasta el espacio aéreo y tendrán poder de meter a los indigentes a las cárceles para que se mantengan fuera de la vista del mundo. Esto no es nada nuevo.

Los Juegos Olímpicos han sido durante las últimas décadas, escenario de prácticas nada ejemplares que han ido en detrimento de la dignidad humana. Durante los juegos de Los Ángeles en 1984, la policía acordonó los barrios predominantemente negros alrededor de la Villa Olímpica y no sólo eso, además se requería identificación para entrar y salir del área.

Durante los juegos de Atlanta 1996 se tomaron medidas similares contra las minorías y los necesitados. Se convirtió en ofensa el no tener hogar y detuvieron a muchos indigentes para sacarlos de las calles mientras los ojos del mundo estaban puestos en su ciudad. Incluso a algunos les dieron un boleto de ida solamente para que abandonaran el territorio, todo auspiciado por el proyecto Homeward Bound.

En Atenas 2004 se rodeó a las comunidades islámicas y se implantaron inspecciones para vigilar los lugares de oración. En Beijín, hasta a los mismos atletas se les reprimió su libertad de expresión al cortarles comunicaciones en línea, resulta un ejemplo claro de lo que los Juegos Olímpicos producen en términos sociales.

Otros prototipos de enclaves olímpicos: en Salt Lake City el gobierno había planeado 2,500 unidades de vivienda accesible, al final sólo 150 fueron creadas. En Sydney, Australia, el año anterior a los Juegos Olímpicos hubo un aumento del 400% de desalojos de inquilinos para dar paso a condominios. En Calgary el gobierno prometió construir residencias asequibles y al final no construyó nada, solo algunas habitaciones para estudiantes.

Deudas

Volviendo al asunto de las ciudades en deuda; Montreal, que celebró los Juegos en 1976, apenas acaba de pagar su deuda en el 2002 con un total de intereses de 1.2 billones de dólares. Calgary no cumplió con su promesa de vivienda, en parte porque acabó con un déficit de 910 millones de dólares.

Barcelona terminó con 1.4 billones en números rojos. Sydney, que según era autofinanciable, acabó debiendo 2.3 billones. Los de Nagano en Japón serán pagados por las futuras generaciones y las Olimpiadas de Atenas, cuyo presupuesto era de 1 billón, acabaron costando 9 billones.

Para el 2010 los promotores de los juegos Olímpicos de Vancouver-Whistler, a través de VANOC, habían calculado que estos tendrán un costo de 2 billones de dólares, pagados en su mayoría por los patrocinadores y por la venta de boletos y mercancía. Eso dijeron en Sydney.

La verdad es que los juegos de Vancouver costarán más de 6 billones de dólares, por lo tanto la ciudad quedará con una deuda de por lo menos la mitad de estos costos, unos 3 billones de dólares.

Entre los costos no contemplados estuvieron los relacionados con la infraestructura, la seguridad, la premura de terminar todas las instalaciones deportivas antes del 2010. Tampoco han examinado el gasto en refuerzo militar y policiaco para el resguardo de la zona. En total, las instalaciones solamente tendrán un costo de más de 600 millones.

Siniestro

Un cariz sombrío de las olimpiadas son las corporaciones que las apoyan y que en su mayoría cuentan con un record bastante negativo en cuestiones de derechos humanos.

Empezando por McDonalds, que incorpora dentro de su historial la coartación de la libertad de expresión, la violación a los derechos de los animales, la destrucción de bosques tropicales y el imponer el desplazamiento a poblaciones autóctonas, sin contar con el hecho que paga los salarios más bajos del mercado, y terminando con Coca Cola, otro villano corporativo que incluso ha sido acusado de matar líderes sindicales en Colombia.

Las aguas negras del imperialismo también son causantes de mucho deterioro ambiental y del desplazamiento de indígenas. Estas dos compañías apoyan y promueven los Olímpicos en todo el mundo, sin contar otras muchas que se suman a la campaña y que sorprenden con características similares.

Además hay que tomar en cuenta que los próximos juegos se llevarán a cabo en tierra nativa y nunca se les ha pedido opinión a las primeras naciones canadienses con relación a este asunto, sólo se han limitado a utilizar mascotas ridículas en “honor” a ellos para la justa deportiva que se avecina.

Algo no suena bien en estos juegos de la injusticia.

Oswaldo Perez Cabrera es el director de La Vanguardia de Vancouver
www.lvdv.org