jueves, 9 de agosto de 2007

Cuento erotico en un camion

Oswaldo Perez Cabrera

Abordé el camión, el único asiento vacío estaba junto a una cabellera negra. Era la chica de la banca, la chica que escribía sentada en la estación mientras esperábamos que se anunciara nuestra partida o nuestro regreso como se quiera ver. Se trataba de regresar del frío para mí, para ella partir hacia el sur. La chica escribía sobre un cuaderno viejo, parecía que hacía anotaciones del lugar. La estación tenía una luz mortecina que hacía juego con su atavío negro y la recién llegada noche que ya aplastaba el crepúsculo. Salí a fumar y cuando regresé los pasajeros ya habían abordado el autobús.

Se volteó cuando sintió que me sentaba junto a ella, sus ojos estaban enmarañados y su aliento emanaba un olorcillo a licor, me sonrió pesadamente y se presentó con un nombre que recordaba a la naturaleza. No era particularmente bella, y parecía tener más edad que la que realmente tenía.
-tengo 17 años y voy a ver a Sonic Youth a Seattle.- dijo mientras platicábamos casualmente, yo solo voy hacia Vancouver donde vivo, le respondí. Sonic Youth es mi grupo favorito.
-¿quieres algo de licor?- me ofreció mientras sacaba una anforita de fireball, gracias, te lo cambio por un toque, le respondí mientras ella sonreía y yo tomaba un trago.

El autobús emprendió su camino mientras seguíamos con la plática casualmente, mirándonos los labios de vez en cuando, le pregunté acerca de lo que estaba escribiendo en la estación. Me respondió que hacía pequeñas historias de la gente.
-Veo a las personas interesantes y le hago una pequeña historia, por ejemplo este viejo, el que se sentó enfrente, le puse que se llamaba Magdaleno y venía de haber visitado a su hijo que se fugó del estado de Washington hacia Canadá huyendo de la guerra de Vietnam, el hijo vive ahora en medio de las montañas canadienses aún con miedo de bajar o regresar a los Estados Unidos, entonces el viejo Magdaleno, que ha de ser viudo, regresa cada año, a pesar de estar viejo y con problemas de salud. La historia acabará en que se acaba mudando a las montañas canadienses porque su salud no le permite regresar a los Estados Unidos, es un final feliz porque morirá lejos de la tierra que lo vio nacer.
Esta señora está huyendo de su casa-me dijo mientras señalaba a la vecina del otro lado del pasillo- el marido la golpeaba y ha escapado dejándolo todo atrás, ha tomado a su crío y va hacia una ciudad de la costa oeste, donde se enrollará con otro hombre. No sé si tendrá algún final feliz o no su historia. Me dio hueva terminarla porque te vi a ti.
-¿Escribiste algo sobre mí?
-sí. Algo.
-¿Qué?
--Que venías de alguna aventura, que te sentabas junto a mí. Que ibas a Seattle. Que igual te veía por ahí en el concierto de Sonic Youth.

Entonces traté de echarle una hojeada a su diario, ella me lo enseñó de lejos para que comprobara que estaba mi descripción, en la parte de abajo alcancé a leer un par de referencias a la forma de mis labios y a mi manera de besar, claro un beso imaginario, traté de ver hacía donde seguía esta historia, sentí un poco de excitación al imaginarme que esta chica podría haber escrito algo erótico sobre mí en su diario de viaje. No sabía como preguntarle así que le insinué si ella participaba alguna vez de los personajes, me dijo que a veces le gustaría, pero solo se permite fantasías y no realidades. Entonces le dio un trago a su aguardiente y con una sonrisa pasó sobre mí mientras me decía que tenía que ir al baño. Yo me toqué el miembro solo para comprobar mi erección.

De regreso dijo que estaba un poco borracha, por la ventana solo se veía una oscuridad en la que podíamos adivinar las montañas, recostó su cabeza y cerró los ojos. Su pie quedó rozando el mío, sus muslos rozando mis muslos sutilmente y poco a poco su cabeza se fue acercando a mi hombro. Yo traía un saco de dormir que puse sobre nosotros. Ella fingió ponerse cómoda y como si fuera un accidente su mano quedó en mi muslo peligrosamente cerca de mi pene que en estos momentos sufría una erección a más no poder. Me llegaba el olor de su cabello y veía como sus senos se movían con el vaivén del autobús.

Me moví un poco hacia ella, le susurré que quería leer un poco acerca de su diario donde escribía acerca de personajes bizarros, la chica que escribía sentada me lo dio con la condición de no leer la parte dedicada a mí, que es lo que realmente me interesaba y probablemente a ella también.

Leí acerca de un romance que sucedía en las calles de Calgary, un poco apasionado, con visitas a un departamento prestado, me entró la duda si esa historia pertenecería al mundo real o al de su fantasía. Pasé las hojas, ella fingía dormir, leí con asombro que me describía caminando por la estación, que le gustaría tocar mis nalgas, ver como se transforma mi pene, saborearlo, besarme, sigue con la historia, me siento junto a ella en el camión y la llevo a fornicar la baño. “su miembro me llena toda, su boca en mis tetas que brincan con el ir y venir del autobús y yo cabalgándolo sobre el retrete” Yo me acaloré la bolsa de dormir se me hizo demasiado pesada, comencé a sudar un poco, me calenté.

Empecé a acariciarle el cabello y ella levantó un poco su cara, mis labios tocaron su frente y pasé mi brazo por su hombro sutilmente, nuestras cabezas fueron girando lentamente hasta que mis labios fueron sintiendo la forma de su cara. De pronto sus labios gruesos y su lengua entraron en mi boca. Nos besamos y su mano se deslizó un poco buscando mi pene erecto, lo tocó apenas como si quisiera comprobar que estaba duro. Soltó un ligero gemido, la gente alrededor dormía o pretendía dormir, ella se aventuró un poco más y me acarició con los dedos por encima del pantalón, yo le acariciaba los muslos por debajo del saco de dormir. Sentía un poco su sudor en sus pants, tocaba por dentro de sus piernas hasta subir hacia su entrepierna, podía adivinar su humedad, subí mi mano para tocar sus senos, sentir de que tamaño estaban, mientras nos besábamos apasionadamente ella comenzó a apretarme mas casi masturbándome. La idea de ir al baño era complicada, pero se lo sugerí igual, imposible, ella tenía un poco de reticencia, susurramos un poco sintiendo nuestros alientos mientras mis mano recorría la parte baja de su estómago tratando de entrar por debajo de sus ropas, mis dedos se encontraron con el hilo del calzón y al bajar un poco, sentí los pelos púbicos, el pubis, ella me detuvo un poco mientras metía su mano debajo de mis pantalones agarrando mi miembro fuertemente y sobándolo, casi gimo de placer, así que tuve que besarle el cuello, ella jadeaba pero no me dejaba sentir su humedad con mis dedos. De pronto paró susurrándome que un señor ya se había dado cuenta que nos masturbábamos bajo la colcha improvisada. Yo igual la besé un poco más antes de que se replegara hacia la ventana.

-Estoy caliente. Quiero que sepas que me hubiera gustado que me la metieras.- me dice mientras sé que se está tocando casi imperceptiblemente. Yo le respondo que me la hubiera cogido rico.

Unos minutos más tarde el chofer anuncia una parada de media hora en medio de la montaña y de la noche. Lunch para el conductor. Algunos se levantaron hacia el baño, yo fui a comprar algo de comer, la chica que escribe fue a fumarse un cigarro. Nos separamos. Ella entró después al baño de mujeres mientras yo junto al camión fumaba.
Sale del baño y me ve parado ahí, me mira pícaramente y me pregunta si le doy un poco de cigarro y del chocolate que tenía en la mano, hago como que le doy un pedazo y se lo escondo, ella choca contra mi y la beso, muerdo sus labios y me dice que en el baño de las mujeres no hay nadie. Casi todo el camión duerme, tenemos como 20 minutos y el chofer ataca una buena porción de un sándwich con café. Nos deslizamos hacia el baño de la estación de servicio sigilosamente. Las luces están apagadas y llega un olor a orines que extrañamente me excita más, sabiendo que son orines femeninos, yo estoy a punto de explotar. Nos metemos en un retrete y nos volvemos a besar, le levanto la sudadera para chuparle las tetas, tiene los pezones duros, gime de placer. me baja los pantalones, quiere tenerla dentro, dice que está demasiado caliente, que se estuvo tocando en el baño, se da vuelta y se baja los pantalones, está oscuro, casi no puedo ver sus nalgas pero las adivino, tiene el culo grande, toma mi verga y se la mete por detrás, yo la siento calientita y apretada, grita ahogadamente de placer, siento sus nalgas golpeando mis caderas. Adivino que sus tetas están brincando. Estoy parado detrás de la metiéndole la verga, su fantasía se está haciendo realidad, le digo que si va a escribir de cómo me la estoy cogiendo, me siento súper duro, no creo que pueda aguantar mas, creo que ella se toca, de pronto la siento estremecer, se está viniendo y grita, yo percibo su olor a sexo, sus gritos me excitan más y le doy duro, lo más rápido que puedo, siento su vagina estrecha rozar con mi pene, siento urgencia por venirme, me pongo paranoico que el camión se va a ir sin nosotros en medio de este pueblo inexistente en los mapas. Aspiro su olor, se la saco toda y se la vuelvo a meter rápido y entonces siento una descarga eléctrica y sé que me estoy viviendo sobre sus nalgas. Es un coito delicioso en medio de la nada.

Salimos del baño y vuelvo a fumar, tenemos 3 minutos y ella se sube al camión. Al llegar al asiento ella ya está dormida, ronca, tiene el sleeping bag encima, se lo quito para sentarme, se acomoda, tiene la mano en la vagina, como apaciguándola después del asalto que recibió, tiene algunas manchas misteriosas en el pantalón. No sé si los demás pasajeros logran percibir el olor a sexo que emanamos. La mayoría duerme. Tomo los últimos tragos de su anforita y cuando vuelvo en mí ya estamos en Vancouver. La chica que escribía con nombre que me recordaba a la naturaleza me dio un papel con su e-mail y la historia que escribió antes de conocerme,
-si vas a Calgary, échame unas líneas por e-mail. Me gustaría ver que más podemos hacer. La dejo en el camión. Me bajo en una calle de Vancouver. Hace sol. Me dirijo a descansar con los pantalones pegajosos, al llegar a la casa me doy cuenta que he perdido el papel con las anotaciones y nuestro idilio que de fantasía se convirtió en recuerdo. Ahora debe de estar en algún bote de reciclaje.

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