lunes, 14 de julio de 2008

Don Muerto Marciano

Don muerto marciano

Bajo una ciudad derruida camino macilento, no recuerdo como llegué aquí ni que fue lo que pasó. El cielo enrojecido. Casi no calienta el sol que se ve pequeño en el horizonte. La arena es fría. La destrucción es palpable. La arena rojiza se cuela entre mis cavidades oculares. Casi no puedo ver, dijeron en el teleporter que llevo implantado en mi sien que el aire que respiro está envenenado, que hace que mi dermis adelgace hasta que no me pueda proteger más del frío. La naturaleza destructora de mi gente ha desolado el planeta. El agua se filtra hacia las capas interiores, nuestro cuerpo celeste se seca como una pasa. La raza está condenada a desaparecer, se sabían los riesgos cuando detonaron la bomba de neutrones expansivos, como un cáncer se nos ha metido a todos en la piel. Le guerra fue contra nosotros mismos, contra la autodestrucción, la violencia inherente que nos trajo sus consecuencias más nefastas. Pero corren rumores que se está inundando el tercer planeta del sol. Se está creando agua para que puedan existir las condiciones idóneas para nuestra supervivencia, no sé si lo lograremos a tiempo.

Don Muerto sale de este cuerpo marciano, ha vivido una existencia anterior a la terrestre. Él sabe que los antepasados galácticos son insondables. ¿de dónde venimos? Don Muerto se da cuenta de las existencia marcianas. Tres dimensiones y cuerpos similares, piel gruesa, el frío es atronador, los humanoides marcianos eran más altos. Sus ojos más profundos, como canicas gigantes. Los pulmones eran inmensos y por ende las espaldas eran más anchas. Los marcianos eran más fuertes en general, más correosos. Don Muerto ve con tristeza, un sentimiento que sólo se presenta en las formas materiales, que su planeta fue destruido, desolado y condenado a una existencia de roja arcilla. La tierra fue preparada para que la existencia material continuara, fue un experimento en donde la vida orgánica inició por el agua, antes de que llegaran los humanoides y mutaran a lo que ahora habita este plneta enfermo. Don muerto era marciano, nosotros éramos marcianos.

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