martes, 19 de octubre de 2010

Prólogo a manera de introducción o del porqué de la colección de moscas y el origen de Don Muerto.


Don Muerto nació de la esquizofrenia de Antonio, un buen día este personaje se materializó en su psique susurrándole mensajes infernales como si fuera un reportero de las zonas fantasmales, un corresponsal de lugares incomprensibles. Don Muerto mora en diferentes dimensiones, pero en ese tiempo que comenzó a comunicarse con nosotros, él solía decir que estaba en un tipo de purgatorio esperando el tiempo de un juicio final que nunca vendrá. Una eternidad incierta.

Entonces Antonio en su comprensión del infinito y de las cosas sacras pensó que el susodicho personaje desencarnado tenía que estar en el infierno y tenía que ser un eslabón perdido. No sé si se refería al eslabón perdido de su mente, aquello que le faltaba o le sobraba, aquello que le impedía sentirse bien y que le provocaba sentirse perseguido. O si se refería a que Don Muerto era una pieza extraviada del gran orden y por eso podía comunicarse con nosotros. O al mismo infierno que le faltaba un miembro que ahora vaga de mundo en mundo, de tiempo en tiempo y de dimensión en dimensión. El nombre de Don Muerto se le ocurrió también a Antonio al no encontrar otro más acorde o al no comprender el verdadero nombre del espectro, se le hizo fácil asumir que se trataba de un muerto, de alguna persona que tuvo una vida terrenal y que cruzó el umbral de la muerte y por alguna causa extraña de la física, el ahora fantasma logra comunicarse con este lado. Pero la verdad sea dicha, aún no estamos seguros que Don Muerto haya habitado la Tierra en forma de humano, bien podría no ser un muerto. Podría ser un ser extraterrestre o simplemente un habitante eterno de otra dimensión o dimensiones porque parece ser que ha tenido varias reencarnaciones. Incuso he barajado la posibilidad en mi cabeza que se trate de un viajero del futuro. Se sabe que vino a este lugar mediante la cabeza de Antonio, la cual usó como conductor en un principio. Pero se ha expandido a otros seres humanos, que ya afirman que están padeciendo un fenómeno parecido a Don Muerto. Antonio perdió rápidamente la cualidad de comunicarse con los muertos o extraterrestres o lo que haya sido este ente pernicioso. Los cocteles de pastillas químicas inhibieron esa y otras habilidades de su cerebro. Su hipotálamo se convirtió en un simple receptor de sustancias químicas.

Don Muerto, entonces, se mudó a mi cabeza. Huérfano inconexo. Me contagié de esta enfermedad neurálgica.

Desde entonces retomé sus enseñanzas para plasmarlas en el papel o alimentarlas al ordenador. Después se coló al periódico La Vanguardia de Vancouver donde fue una columna mensual que rápidamente adquirió adeptos y seguidores. Ahora Don Muerto nos ha compartido suficiente material para verterlo en las páginas de este libro.

Este no es un libro religioso. Este no es un libro de cuentos infantiles ni de adultos. Tampoco es un tratado filosófico. Don Muerto no revela el secreto de la vida ni contesta la típica pregunta ¿Qué hago aquí? El lector, sin embargo, podrá recrearse con una buena dosis de paisajes desconocidos, algunos infernales, otros no tanto. Este libro es un viaje por los realmos nunca antes visitados por el Homo Sapiens. La verdad elude a esta dimensión. Cada quien podrá sacar sus propias conclusiones acerca de este paraje “infernal” en donde habita Don Muerto y su lenguaje desarticulado.No queda más que invitar al poseedor de este conocimiento a entrar en esta colección de sabiduría. Las moscas las coleccionaba realmente para alimentar a las arañas que eran la verdadera colección.