PESCADOS
I
Oswaldo Perez Cabrera
1.- Cuando Carlos recibió el pez, nunca se imaginó el valor del paquete que le había llegado. Carlos era un niño de 12 años, de tiernos sentimientos, de orejas prominentes y poseedor de una calvicie poco frecuente en los humanos de su edad. Su padre, Miguel, aceptó el regalo marino y lo pusieron en una pecera tercermundista que albergaba formas de vida del reino fungi. La pecera tenía un decorado a la Neptuno descansando en un coral de plástico chino. El pez pareció poner mala cara cuando respiró aquellas aguas cargadas de químicos y valientemente comió las migajas que salieron de una bolsa arrugada por el tiempo y la humedad con una fecha de caducidad inexistente. Incluso pudo olfatear en las moléculas de hidrógeno y oxígeno el cadáver de algún otro pez, de seguro el antiguo morador de esa cárcel de vidrio. El olor a muerte que penetra incluso el concreto pero que es tan necesaria para la vida. El pez parecía ver a Carlos a través del distorsionado y sucio cristal de su nueva morada.
2.- Carlos siempre tuvo problemas en la escuela. Su apariencia lo hacía el blanco perfecto para las bromas más crueles que pueden salir de la imaginación volátil de un niño. El cinco, la gasolina, el chore, el dumbo, el mesobas, el sumo y los más obvios como el pelón y el orejón. Pese a su fealdad, Carlos poseía una inocencia poco común en los niños de hoy. Generalmente se sentaba refugiado en la última paleta del salón; la que quedaba arrumbada en una esquina y que estaba hecha de una madera ya castigada por el paso de los días; una paleta color café descolorido. Las muchachas lo defendían a veces, pero él sabía que cargaba un estigma que dañaba con riesgo de naufragio su autoestima. Los maestros no le prestaban mucha atención ya que los encargados de nuestra educación no comulgan con la apatía. Rara vez participaba en clase y sus únicas alegrías se las proporcionaba su padre.
3.- Miguel siempre fue muy trabajador. Se podría decir sin riesgo a equivocarse que fue el ejemplo perfecto de un muchacho media clase o de “buena familia”. El estereotipo del mexicano burgués. Sin embargo, nunca tuvo cambios drásticos en su vida y su primera descarga de adrenalina fue cuando le hizo el amor a su esposa por primera vez. La segunda cuando se enteró que iba a ser padre y su emoción más fuerte cuando intentó ver el nacimiento de su hijo porque era lo que dictaba la moda de ese entonces. Por eso, aunque su mujer lo haya abandonado por un marinero de agua dulce, su hijo sigue siendo su mayor orgullo. Así que cuando Ernesto le regaló el pez inmediatamente pensó en su hijo y en lo feliz que se pondría al recibir tan bonito detalle y muestra de afección por parte de su progenitor.
4.- Ernesto también había crecido en la generación y el círculo de Miguel, pero él se decantó más hacia las artes carnales y las enseñanzas que provenían de profetas barbados de cabellos amarillos y largos. Después descubrió algunos negocios lucrativos cuyo único inconveniente era la ilegalidad. Pero una vez sorteado el primer obstáculo y probado las mieles de la ambición se dedicó a la tranza de tiempo completo asegurando un futuro lleno de suerte e incertidumbre. El pez en cuestión se lo había traído de un río caudaloso de Sudamérica junto con una variedad de animales que entraron sin pasaporte ni visa al país. No se sabe a ciencia cierta por qué motivo fue víctima de un sentimiento de simpatía y bondad y le regaló el espécimen a su amigo de la infancia. Tal vez porque ya había lucrado bastante con las otras especies u otras sustancias y las cosas se empezaban a poner calientes. Quizás porque Vicente le había dicho que ese pez no tenía gran valor, ya que era exportado en masa a países segundo mundistas para ser consumidos en una cadena de comida rápida de apellido escocés.
5.- Vicente siempre sería la oveja negra de cualquier familia que se precie de ser una célula social respetable; mal hablado, vividor y vicioso durante todos sus años de adolescente. La virtud que le ha servido de ángel de la guarda es su habilidad para mentir o para construir historias en torno suyo que lo convierten en algún caballero de la corte o en algún héroe de guerrilla o en el mejor de los casos en un conocedor de algún oficio poco frecuente; así llegó al acuario. Un día que había fumado su dosis diaria de mariguana, su pan de cada día, fue aceptado como reemplazo temporal de emergencia en el acuario debido a la huelga de la Unión de Trabajadores Marítimos de Especies en Cautiverio en Acuarios y Museos S.A. de C.V. que pedían una cobertura médica amplia que los protegiera de especies venenosas y un tratamiento completo contra alergias a bacterias acuáticas.
II
6.-Unas semanas después de haber hecho su contribución a los libros de la buena voluntad, Ernesto reconoció el pez cuando hojeaba una revista patrocinada por alguna organización verde que catalogaba especies raras. El perineoscopus palidus era su nombre científico y aparentemente su especie estaba al borde de la extinción agarrada solamente por un fino cordón lista para caer en el abismo del olvido. Unas gotas de sudor recorrieron su frente y tardó en decidirse que temperatura tenía. Hizo cálculos mentales y decidió que si el acuario tomaba posesión de ese pez su nombre se haría de una buena reputación y además era probable que recibiera una buena cantidad de dinero tan necesario en estos días de crisis y globalización. Así que se tuvo que armar de valor y comentó la situación con un decano de las aguas que trabajaba con chente y quien se ofreció a ir a identificar al espécimen y tratar de convencer al nuevo propietario que cediera los derechos sobre el pez en caso de resultar aquella belleza exótica. Sintió un poco de remordimiento por quitarle el perineoscopus palidus a su entrañable amigo, el Miguelón, pero al fin y al cabo un pez es un pez.
7.- El decano sabía que iba a morir pronto y que si no hacía algún descubrimiento importante su nombre se iría directito a las páginas no leídas de los obituarios. Por lo que aceptó ir a reconocer a aquel invaluable perineoscopus palidus. Los años se van acumulando en el cuerpo humano como si fuesen losas de concreto o como si cada día nos golpearan tratando de demolernos hasta que el alma decide que el cuerpo está demasiado dañado y antes de que se derrumbe por completo escapa hacia otra dimensión. El alma del decano ya estaba en tiempos de compensación y parecía que nada más estaba esperando a que la fortuna le hiciera un último y perenne favor. Al llegar a la casa de Miguelón y ver aquella especie nadando en la pecera rectangular sintió que sus ojos brillaban y después de muchos años una sensación que no era dolorosa recorrió su cuerpo. Era un perineoscopus palidus, no le importó que su premio, de cualquier institución que fuese, fuera a parar a alguna Asociación civil o en el peor de los casos a una beneficencia. Inmediatamente amenazó a la familia con que ese pez estaba protegido y que estaban cometiendo un delito federal internacional debido a varias leyes que estaban siendo violadas en algunos códigos del mundo incluido este país. El decano recomendó a Miguel rendir el perineoscopus.
8.- Miguel asustado y siendo el hombre correcto que era, decidió que no valía la pena pasar una temporada en la cárcel debido a un animal de agua dulce. Un pescado que tantas veces había degustado en los mercados de playas populares y restaurantes de mariscos. ¿Que diferencia había para él? Un huachinango era lo mismo que una trucha, un atún o una sardina. La palabra patrañas recorrió su mente mientras pensaba cómo podía un pez de nombre tan ridículo ser tan valioso para la humanidad, por lo menos la humanidad que vivía en algunos países más cultos aparentemente. Incluso bromeó que lo pensaban sazonar con ajo y limón y servirlo de botana y entretenimiento en algún cotejo deportivo. Después se dio cuenta de las lágrimas que brotaban de los ojos de su hijo al darse cuenta que sería despojado de su nueva mascota. Después de negociar la pérdida logró que los dejaran llevar el tesoro nadador al día siguiente para que su hijo pudiese despedirse de él y seguirle explicando durante toda la noche los efectos de un ecosistema desbalanceado que él mismo jamás logró ni logrará entender. Pensó en cadenas, pero no supo encadenar las ideas. Aún así, logró convencer a su amigo y al científico y pasaron a la discusión metafísica de la existencia de los peces.
9.- Carlos lloró inconsolable y maldijo al mundo algunas veces. A él qué carajos le importaba si el Perineos Annus o como se llamara tuviera fama mundial o quedaran pocos en el mundo, mejor aún. Él quería ser el único poseedor de esa joya marina que además era un regalo de su padre, un presente de su ídolo. Cómo podía confiar su pertenencia con valor sentimental al humano cuando ellos mismos los descuidaron al grado que quedan tan pocos en el mundo y los pocos que quedan los quieren encerrar. Sin embargo, tuvo confianza en el padre que puso a los Zoólogos y Biólogos a la altura de ángeles salvadores con uniformes de Noé que venían a salvar a las especies de las garras de la contaminación y la negligencia del hombre. Porque al final uno nunca es culpable, el culpable es el hombre que son todos los billones que sobran afuera de nuestro círculo. Ellos son los culpables de que muchas especies se vayan al abismo del olvido y sólo existan en fotografías y recuerdos disfrazados de cadáveres. Al día siguiente tomaron café con lágrimas y pusieron al perineoscopus palidus en un contenedor que serviría de su avión de tercera clase.
10.- El perineoscopus tuvo un mal presentimiento y un mareo al ser transportado. Imágenes bizarras cruzaron por sus ojos turbios; mundos torvos que rebasaron su imaginación. Por supuesto no comprendió por qué su entorno cambiaba tan frecuentemente y le era tan difícil conseguir alimento que supiera a tal. Ahora el plástico era más ligero, incluso su nariz llegó a doblarlo al chocar con una de las paredes oblicuas. Ahora vivía en una esfera amorfa. No comprendía los ojos llenos de lágrimas de ese ser extraño carente de pelo, ni los ojos apagados del hombre de las canas y los ojos color rojo del hombre que lo recibía tambaleante sin saber qué hacer y con una apariencia preocupada como la que portan los que no saben cómo proceder.
Al final, después de una larga espera en la que veía que el agua comenzaba a ponerse más pesada, decidieron ponerlo en un estanque más grande. Al principio sintió un gran alivio al llenar sus branquias de agua fresca, pero muy pronto, tal vez demasiado pronto, su momentáneo placer se convirtió en pánico al oler otra vez ese penetrante olor a muerte. Lo que siguió después fue una sombra que se le acercó por detrás sin darle tiempo de escapar. Lo último que vio fue la boca de una megamasteovaginolus carnivurus que lo despedazó casi inmediatamente.
Epílogo:
1.- El Perineoscopus Palidus está en niveles críticos de extinción y la web site de la Fundación Salvadora de Especies Coloridas de las Selvas Circundantes al Ecuador que sería la única que los podría llegar a salvar amenaza con colapsarse por falta de apoyo.
2.- Carlos sufrió un golpe muy duro y un trauma que lo llevó durante toda su vida a pisar las salas de varios psicólogos y psiquiatras especializados en traumas infantiles. Desarrolló varias fobias relacionadas con el agua y una alergia a cualquier alimento proveniente del mar.
3.- Miguel siguió siendo un hombre X y pasó sin pena ni gloria. Su único logro positivo fue el de crear una vida más en este mundo, y no sé si eso siga siendo positivo hoy en día, su único logro negativo si es que existe tal oximoron fue la de contribuir a la extinción de una especie debido a su ignorancia.
4.- Ernesto está retirado en una cárcel de máxima seguridad disfrutando de sus ahorros que le permiten introducir toda clase de vicios mundanos incluidas la mujeres y drogas varias. Espera salir a tiempo para hacer un último viaje por las selvas amazónicas.
5.- Vicente confesó que estaba demasiado mariguano ese día que murió la esperanza de los perineos como les decía de cariño. Pero sólo se lo confesó a un par de amigos en una borrachera y con carácter de extraoficial. La versión oficial reza que nunca existió tal pez en ese acuario.
6.- El decano sufrió un ataque cardíaco y falleció al llegar a su casa cuando comenzó a darse cuenta de todas las emociones sufridas ese día y todas las que sufriría después al ser reconocido mundialmente como salvador de una especie exótica. Junto a su cadáver se encontró una nota de agradecimientos para una entrega de premios importante.
Se cree que su alma vaga con la de los Perineoscopus.
Oswaldo Perez Cabrera es el director de La Vanguardia de Vancouver y es parte de la junta directiva del Vancouver Latin American Film Festival www.vlaff.org
domingo, 25 de marzo de 2007
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