Soñé que me mataban y pensé que así sería la muerte. Nada. No es nada, tal vez no se sienta nada. Quedamos desconectados, con el alma atrofiada y muerta, con el cuerpo tirado sobre la sucia nieve, o sobre la ardiente arena sin poder sentir el chorro caliente de la sangre que ha formado una cascada en la piel que era tuya, ahora nada es tuyo, ahora es parte de la naturaleza.
Soñé que caminaba por un laberinto hecho de piel de reptil oscuro, más bien café, un laberinto con paredes onduladas, llenas de hendiduras por el paso de interminables uñas, voltear hacia arriba es ver la luz al final del túnel, muy arriba e inescalable. Inalcanzable para los pobres mortals, incluso para los seres oníricos. Yo quería llevarte hacia otro destino, por un lugar familiar y seguro una vez sorteado el laberinto surrealista.
Me llevabas casi de la mano, desviándome del camino que me llevaría hacia la ciudad felicidad, me distrajiste llevándome por aquel laberinto traidor que nos sacó hacia un playground arenoso amurallado con montes pastosos y de uno de ellos salió un hombre Viejo y un hombre joven que ya me estaban esperando. La emboscada se llevó a cabo cuando traté de regresar y borrarlo todo, como cuando se empieza un juego nuevo después de haber cometido un error, pero era demasiado tarde, acabé con la espalda en la arena donde juegan los infantes. El joven me clavó una punta metálica, casi como una aguja para coser delgada entre las costillas. Mientras entraba en mí pensaba si mi muerte te causaría dolor yo traté de ver tu reacción pero era demasiado tarde. Ya había despertado.
De pronto me desperté, y así debe de ser la muerte, de pronto nada en el sueño, nunca saber si quiera si derramaste alguna lágrima. Así será la muerte, despertar hacia otra vida de la cual despertaremos y así sucesivamente en un círculo vicioso sin fin. Infinito. La tristeza.
Después comprendí que era sólo un ciclo que se cerraba que esa muerte simbólica era un aviso de que me abandonarías. De que me llevarías por el camino que no había escogido, por un camino en el que ya no estás tú. Después supe que debería haber sabido después del sueño. Que era una especie diferente de muerte la que me ibas a provocar, una muerte que ataca al corazón y te enfría los sentimientos. Una muerte del amor. Un coche bomba en mi pecho.
Después ya en la vida te vi llegando desde la ventana, pero pasabas de largo como si fueras a otro destino y no a nuestro hogar. Pero no eras tú, era otra premonición. Hablé contigo poco después. No eras tú, era una alucinación, tú seguías en el trabajo, pero esa noche debí haberlo sabido. Era otra puta premonición. Esa noche tú no llegaste a casa.
Oswaldo Perez Cabrera
Vancouver 2004
sábado, 14 de julio de 2007
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1 comentario:
ei wei, sigue en esta linea, esta de putifa , se podrian hacer buenas letras para una banda un tanto apocalptic-noise-desilusion, como la mia jejeje.pasate por mi blog de myspace.com/norrepitasminombreband ,en fin como dice crek viva la rana manzana
salut by norrmn(como norrmn bytes)
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