“Fue cuando tomé aquella droga experimental que empecé a ver el mundo por pequeñas aberturas en los cráneos de las personas. Sus imágenes reflejaban acontecimientos surrealistas que a veces resultaban ser reales y otras veces, adivinaba que podrían ser deseos reprimidos de ciertos humanos o vidas llevadas en el más absoluto secreto.
Muchas veces lo real es más ilógico que lo irreal. Lo curioso de la tormenta sensorial es que sólo me puedo conectar cuando estoy haciendo el amor, entonces es cuando las alucinaciones comienzan como una droga poderosa y no puedo parar. El techo se me abre con imágenes aterradoras y me pregunto ¿Hasta dónde podemos combinar el placer con el dolor y el dolor con el amor? ¿Hasta dónde puede el hombre soportar tanta maldad? ¿Cuánto horror podré soportar viendo estas perversiones? La adicción es incurable y sólo soy un sátiro, un sexómano en busca de ver estas imágenes de los otros seres de mi especie..
La perfección aún no es un atributo humano que yo sepa. Por ejemplo. ¿Qué haces tú cuando nadie te mira? ¿Qué te imaginas en tu cerebro? ¿Cuántos pecados y asesinatos piensas? ¿A cuántos hombres o mujeres ajenos fornicas con tu pensamiento? Allí en donde nadie, excepto tú puedes entrar. ¿A dónde vas cuando sueñas? ¿Cómo le explicas a alguien las sensaciones que sólo tú sientes? ¿Cómo sabes que lo que sientes es igual a lo que sienten los demás? ¿Qué tal si todos sintieramos diferente? Viajes personales. Si te dijera que esos viajes y esas sensaciones son las que me aprisionan cuando la energía sexual que se desprende de dos cuerpos en coito se apodera de mí. Tal vez algún día revele lo que sienten y piensan los demás cuando creen que nadie puede ver dentro de sus viajes cerebrales. Pero yo sí puedo ver dentro de ti. Alguna vez tendré que parar”.
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